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Historia de Sevilla

LAS COFRADÍAS DE MAREANTES DE SEVILLA Y CÁDIZ EN EL SIGLO XVII

LAS COFRADÍAS DE MAREANTES  DE SEVILLA Y CÁDIZ EN EL SIGLO XVII

        Las cofradías de mareantes tenían una amplia tradición medieval tanto en los territorios de la Corona de Castilla como en los de Aragón. Rumeu de Armas encuentra cofradías de mareantes en el siglo XII y con más profusión ya en el XIII. Eran institutos gremiales que agrupaban a las personas dedicadas al mar, en cada villa o ciudad costera.

        Sevilla, ciudad de larga tradición marinera, tenía, como no, tenía una cofradía de pescadores con un hospital bajo la advocación del Espíritu Santo, y una cofradía de pilotos, maestres y contramaestres, bajo la advocación de Nuestra Señora del Buen Aire. Pues bien, de esta última y de su pugna con la gaditana del Santísimo Sacramento hablaremos en las líneas que vienen a continuación.

 

 

1.-LA COFRADÍA Y HOSPITAL DE LOS MAREANTES DE SEVILLA

        La cofradía y hospital de Mareantes fue un señero y poderoso instituto cuyos oscuros orígenes se remontan a mediados del siglo XVI. Se tiene constancia de su existencia al menos desde 1555. Ellos se sentían herederos de los privilegios del viejo colegio de Comieres, pero lo cierto es que nada tenían que ver con esta institución bajomedieval. Se trataba de una cofradía que funcionaba de forma similar a las gremiales, pues reunía a un grupo muy determinado de profesionales. Concretamente “los maestres, pilotos, capitanes y señores de naos de la navegación de las Indias”. Es decir, la cofradía y el hospital de los Mareantes tenían como objetivo primordial satisfacer las necesidades sociales y asistenciales de la gente del mar.

        Sus primeras reglas fueron aprobadas por el provisor del Arzobispado, en primera instancia, el 13 de marzo de 1561 y, por segunda vez, el 28 de diciembre de 1562. Unos años después obtuvieron la aprobación Real a través de una Provisión expedida por Felipe II. La Real Provisión estaba fechada en la villa de Galapagar (Madrid), el 22 de marzo de 1569. Posteriormente, dado el interés que suscitó entre sus hermanos, se realizó una edición impresa de las mismas, exactamente en 1578.

Esta corporación tenía una triple vertiente, a saber: una devocional, siendo los titulares de la cofradía la Virgen del Buen Aire, San Pedro y San Andrés. Desconocemos el origen de esta advocación del Buen Aire, aunque sabemos de la existencia en Cagliari (Cerdeña) de una devota imagen, con el título de “Nostra Signora de Bonaria”. Dos, asistencial, pues se erigía en hospital para curar a sus hermanos. Y tres, socio-política, pues también se articulaba como Universidad, “para defenderse de cualquier persona o institución que lesionase sus intereses”.

Como no podía ser de otra forma, esta institución tenía su sede en Triana, el barrio marinero por antonomasia. Concretamente se estableció en la calle del Espíritu Santo, luego conocida como de los Mareantes y actualmente como Betis. Según Ollero Lobato se ubicaba sobre una parcela de 429 varas cuadradas, dando la fachada principal al río y disponiendo de una puerta trasera que salía a la entonces llamada calle Larga –hoy conocida como Pureza-. Su iglesia fue inaugurada el día de la fiesta de Nuestra Señora de la O de 1573. Se denominaba oficialmente “Hospital de Nuestra Señora de los Buenos Aires”, aunque se le conocía vulgarmente como hospital de los Mareantes, según se explica en el encabezamiento de las Actas de la Universidad de Mareantes de Sevilla.

        El 24 de junio de 1596 aprobó unas nuevas reglas ante el ordinario, convirtiéndose en hermandad de penitencia, cuya salida con sus imágenes titulares quedó fijada en la tarde del Miércoles Santo. En el último cuarto del siglo XVII, probablemente en 1682, se trasladaron a su nueva sede en el colegio de San Telmo, cayendo en desuso su anterior asiento que entró en ruinas en la segunda mitad del siglo XVIII hasta su total desaparición.

        Como el gremio de Mareantes fue muy poderoso en Sevilla, igualmente poderosa fue su institución, es decir, la cofradía, el Hospital y la Universidad de Mareantes. Incluso, llegaron a tener hermandades filiales en América, como la que tenía su sede en el monasterio de San Francisco de Veracruz, en México.

        En sus reglas se entrevé toda su actividad financiera, asistencial y religiosa. La cofradía se sufragaba de una cuarta parte de soldada que se cobraba a los maestres de los navíos de la Carrera –luego pasó a ser media soldada-, de las limosnas que se recaudaban en las alcancías que se ubicaban en los navíos, y de las cuotas de los propios cofrades. Los servicios que prestaba a sus afiliados eran variadísimos: desde la asistencia en la enfermedad, hasta el entierro, las misas de difuntos o el auxilio a los hermanos que cayesen en la pobreza. Rendían cultos a la Virgen del Buen Aire así como a San Pedro y San Andrés. Asimismo, celebraban solemnemente la fiesta de la octava de Todos los Santos.

        Las últimas noticias que tenemos de esta cofradía están fechadas en 1704, siendo probable su desaparición en algún momento del primer tercio del siglo XVIII.

 

 

2.-LA DISPUTA CON LA DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO DE CÁDIZ

 

        En la primera década del siglo XVII hubo numerosos pilotos gaditanos que pertenecieron a la cofradía de Mareantes de Sevilla. Sin embargo, el descontento de estos cofrades debía ser manifiesto porque, residiendo como residían en Cádiz, no se podían beneficiar de las ventajas corporativas del instituto.

        Aunque la correspondencia localizada por nosotros en el Archivo General de Indias, está fechada en 1612, aluden a una representación remitida al Rey doce años antes en la que plantearon ya el problema, es decir, “que en aquel hospital no recibe beneficio ninguno la gente de las naos que se despachan en esta bahía”. Pero indican que, pese a las reivindicaciones dirigidas a los cofrades sevillanos, que debía responder en veinte días, jamás hubo una contestación oficial. Estaba claro que el problema no era nuevo, pero los cofrades sevillanos veían venir una peligrosa escisión que le restaría muchos ingresos. Por ello, actuaban pasivamente, con lo que hoy denominaríamos un silencio administrativo.

Pero, en 1612 los cofrades gaditanos no estaban dispuestos a conformarse con dicho silencio administrativo. Hartos de su situación de indefensión querían llegar a una solución definitiva y duradera. En Cádiz residían muchos maestres, pilotos y gentes del mar que no recibían ningún beneficio de su pertenencia a la Cofradía de Mareantes de Sevilla. Por ello pretendían que la cofradía del Santísimo Sacramento de Cádiz –probablemente ubicada en la Catedral, aunque no se especifica-, hiciese las veces de corporación gremial para las gentes del mar residentes en dicha localidad. Obviamente la idea gustaba a los hermanos de dicha cofradía, por lo que su mayordomo Pedro Martínez Fortún, capitán del presidio, escribió también al Rey informándole favorablemente. Como bien reconocía la hermandad era muy pobre y estaba necesitada de recursos. Por ello, los hermanos de la sacramental se beneficiarían de los ingresos de los mareantes y, a cambio, les darían respuesta a sus necesidades asistenciales.

Los ingresos tendrían un doble origen: primero, la media soldada que se pagaba en principio a la corporación sevillana iría a parar a las arcas de la sacramental gaditana. Y segundo, pretendían continuar con una práctica que ya era costumbre de colocar una alcancía para la hermandad en todos los buques que partieran de Cádiz. Al parecer, el juez Pedro del Castillo, aludiendo a una autorización del secretario del Consejo Pedro de Ledesma, lo había permitido desde hacía años. El juez que le sucedió, Juan Bautista de Baeza, pese a que jamás encontró dicha autorización, continuó permitiendo esta práctica por ser ya en Cádiz "costumbre y obra pía".

La hermandad tenía como cometidos habituales la asistencia a los pobres enfermos y la celebración de la fiesta del Corpus Christi. Su mayordomo afirma que como en Cádiz llegan muchos “herejes, moros y judíos al trato y comercio” había gran necesidad de que los actos públicos tuviesen “más pompa y fasto que en otras partes”.

A cambio de esos ingresos extras que le iban a proporcionar los mareantes gaditanos los hermanos del Santísimo se debían comprometer a prestarles dos servicios muy concretos, que especifican los propios armadores:

 

 

“Con obligación que ha de tener de dar las medicinas que hubieren menester los marineros, grumetes y pajes que de las tales naos enfermaren en esta ciudad para que se puedan curar en sus casas. Y con obligación de que todos los primeros domingos de cada mes diga dicha cofradía una misa rezada por los navegantes que nuestro señor les de buen viaje”.

 

Por tanto, queda claro, que la hermandad Sacramental les garantizaría un servicio espiritual y otro terrenal del que de hecho no gozaban con la cofradía sevillana.

La corporación sevillana se opuso hasta donde le fue posible. Pero parecían tan justas las reivindicaciones de los gaditanos que consiguieron salirse con la suya. De esta forma, la hermandad Sacramental de Cádiz, que tenía una larga tradición asistencial, se convirtió en la corporación gremial de los mareantes gaditanos.

 

PARA SABER MÁS:

 

LÓPEZ MARTÍNEZ, Celestino: “La Hermandad de Santa María del Buen Aire de la Universidad de Mareantes de Sevilla”, Anuario de Estudios Americanos, Vol. 1, Sevilla, 1944.

 

MIRA CABALLOS, Esteban: “Las cofradías de mareantes de Sevilla y Cádiz: disputas jurisdiccionales” Revista de Historia Naval, Madrid, Nº 99. Madrid, 2007, pp. 41-56.

 

OLLERO LOBATO, Francisco: “El Hospital de Mareantes de Triana: arquitectura y patronazgo artístico”, Atrio, Revista de Historia del Arte Nº 4. Sevilla, 1992

 

RUMEU DE ARMAS, Antonio: Historia de la previsión social en España: cofradías, gremios, hermandades, montepíos. Madrid, Editorial Revista de Derecho Privado, 1944

 

 

ESTEBAN MIRA CABALLOS

 

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