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Historia de Sevilla

EL DESAPARECIDO ARCO DE FELIPE II DE CARMONA

EL DESAPARECIDO ARCO DE FELIPE II DE CARMONA

Del famoso arco de Felipe II de Carmona teníamos algunas noticias, pues se conservan varias fotografías de finales del siglo XIX en las que se visualizaba el monumento. Sin embargo, se sabía muy poco de él, más allá de que fue construido con motivo del paso por el rey Austria por la villa y que fue demolido en torno a 1895, debido a su mal estado de conservación. Prácticamente esto era todo lo que se sabía, lo cual era más o menos correcto pero insuficiente para conocer los pormenores exactos de su construcción, su valor artístico e histórico y las circunstancias exactas que llevaron a su demolición a finales de la centuria decimonónica. Hemos consultado las actas capitulares y la bibliografía existente para dar respuesta a todas estas preguntas.

 

1.-SU CONSTRUCCIÓN

Era frecuente que efemérides como la proclamación de un nuevo rey o la presencia de éste en una ciudad o villa diesen lugar a grandes actos festivos con fastuosas ceremonias, a la erección de construcciones efímeras y, en ocasiones, hasta a obras perdurables en el tiempo1. El arco objeto de este artículo se construyó entre 1577 y 1579, varios años después del paso de Felipe II por la entonces villa de Carmona. En realidad, Carmona no fue más que un punto en su tránsito entre Sevilla y Córdoba. Había estado en la ciudad hispalense, donde fue recibido el 29 de abril de 1570, entrando por la puerta de Goles y aposentándose en la casa de Juan Antonio Vicentelo, ascendiente de los Condes de Cantillana2. Tras una estancia de aproximadamente dos semanas, el 16 de mayo salió de Sevilla en dirección a Córdoba con el objetivo explícito de pasar a continuación por Jaén, Úbeda y Baeza3. En aquella ocasión, se levantaron en Sevilla varios arcos de triunfo, realizados por grandes maestros, con numerosos emblemas reales4. Como ya hemos dicho, en ese trayecto entre Sevilla y Córdoba era paso obligado la villa de Carmona que seguramente se engalanó para la ocasión. Pues bien, años después, el concejo todavía recordaba la efeméride y decidió construir un arco conmemorativo que perpetuase la memoria de aquel acontecimiento. El emplazamiento elegido, la Puerta de Sevilla, un lugar emblemático de la villa y lugar por donde el monarca accedió al centro de la urbe. No fue la única obra emprendida por aquellos años en la villa, ya que de 1588 datan las primitivas casas consistoriales, construidas en 1588, siendo corregidor don Juan de Guedeja.

Pero retornando al arco renacentista, fue en el cabildo del 22 de junio de 1577 cuando se decidió su construcción, rematándose la obra en el maestro Juan Rodríguez5. Conviene aclarar que no se trataba del conocido cantero baztetano del mismo nombre6, sino de uno de los muchos maestros sevillanos de segunda línea a los que la dura competencia de la capital les había empujado a buscarse el sustento en los pueblos de la provincia. A mediados de siglo había trabajado en la iglesia de San Miguel de Morón, como aparejador de Martín de Gaínza, siendo despedido por este último al estimar que no realizaba correctamente su trabajo7. Años después, entre 1576 y 1578, está documentada la presencia de un cantero de este nombre en las obras de la capilla del Sagrario de la Prioral de Santa María de Carmona por lo que resulta muy probable que se trate del mismo maestro del arco que ahora estudiamos8.

La ejecución de la obra se prolongó posiblemente hasta principios de marzo de 1579. Sabemos que el 7 de abril de 1578 se compelió al maestro a acabar la obra cuanto antes, usando si fuese necesario los fondos del pósito municipal, mientras que el 23 de marzo de 1579 el cabildo designó al aparejador Zumárraga para que valorase las demasías realizadas en la obra por el contratista9. Todo parece indicar que en esta última fecha la obra estaba totalmente concluida.

Con respecto al programa iconográfico y decorativo del monumento, lo comentaremos a partir de las fotografías que se conservan. A principios de 1578 el concejo había dispuesto que en el arco figurasen tanto el escudo de Carmona -con su lucero de ocho puntas- como el escudo Real10; y así se hizo. Como se puede observar, se trataba de un monumental arco de medio punto, con pilastras almohadilladas, enmarcado en un alfiz. Justo encima, esculpido en piedra, aparecía un pequeño escudo de Carmona y, en la parte superior, un gran frontón curvo y en su interior dos alabarderos, flanqueando el escudo Real. No tiene nada de particular la presencia de dos soldados con alabardas porque, como es bien sabido, constituían la guardia de honor de los reyes, teniendo encomendada la custodia de los alcázares reales y el acompañamiento de los soberanos en sus desplazamientos. Originalmente, todo el monumento estuvo aderezado con vistosísimos colores, lo que le daba el más grato aspecto para la general atención11.

En general, el aspecto distaba mucho de las obras primorosas que Martín de Gaínza había realizado en la catedral de Sevilla o Luis de Moya en la portada plateresca de la catedral de Santo Domingo. Sin embargo, el conjunto resultaba estéticamente correcto, pese a lo cual nació desde el primer momento condenado a su desaparición. Y ello por dos motivos fundamentalmente:

Primero, por las propias dimensiones del Imperio de los Habsburgo, donde el sol no nacía ni se ponía, que imponía una estricta racionalización del gasto. Todas las fortalezas y alcázares que perdían su operatividad quedaban inmediatamente abandonadas a su suerte. De ahí que muchos castillos, fortalezas, murallas y atalayas de la España interior, que habían perdido su utilidad estratégica, entrasen en ruinas en la misma época moderna. Y es que no había ninguna potencia en aquella época que pudiese mantener una red defensiva tan extensa. Había que optar por mantener las estrictamente operativas, fundamentalmente las ubicadas en la costa, cuyas infraestructuras mejoraron desde la segunda mitad del siglo XVI, y algunas plazas claves en el interior. Los alcázares carmonenses y sus murallas estaban en una situación lamentable desde el terremoto de 1504 que acentuó dramáticamente el de Lisboa de 1755. Este último seísmo afectó especialmente a estas infraestructuras militares por su situación de abandono. Desde entonces, las puertas de la Sedía y de Morón, así como el alcázar de Arriba entraron en ruina absoluta, mientras que la Puerta de Sevilla resultó muy afectada12. De esta última fecha, datan las primeras peticiones para demoler el conjunto que, afortunadamente, no se llevaron a cabo por motivos de liquidez. Lo que sí se hicieron fueron pequeñas demoliciones parciales para evitar riesgos a los transeúntes13.

Y segundo, porque la puerta de Sevilla creo graves problemas de comunicación entre la villa intramuros y el arrabal. Y esto ocurría al menos desde los orígenes de la Edad Moderna. No olvidemos que aunque en Carmona había cuatro puertas y un postigo -o puerta falsa de pequeñas dimensiones- el tránsito más importante se hacía a través de la de Sevilla. Pero ésta resultaba ser una barrera difícilmente franqueable para carros y carruajes porque, en realidad, como escribió Manuel Fernández López, no era una puerta sino tres, a saber: una, la más externa que era el arco de Felipe II, objeto de este trabajo. Dos, un pequeño arco de herradura bajo y estrecho flanqueado por dos torretas, hoy desaparecido, al igual que el de 1579. Y tres, la arquería que hoy se conserva con su estructura romana y el gran arco de herradura islámico14. Ya en un cabildo celebrado el 12 de febrero de 1629 se aprobaron la realización de rozas en las jambas de los arcos y es posible que sea de esta fecha también el rebaje del suelo en unos dos metros15. Y todo para facilitar el tránsito de los Carros desde intramuros a extramuros. Después del terremoto de Lisboa se instó al duque de Alba, poseedor de la alcaidía, a restaurarlo por el peligro que suponía para los transeúntes. Pero más que reparos lo que hubo fueron demoliciones selectivas de almenas y lienzos de muralla16.

 

2.-SU DERRIBO

Ya hemos visto que la Puerta de Sevilla dificultaba el tránsito entre el interior y el arrabal. Tanto el arco externo de 1579 como el de herradura intermedio, seguían suponiendo un problema que el concejo quería solucionar a toda costa. Por ello, en el último cuarto del siglo XIX hubo un nuevo intento de voladura de todo el conjunto que, finalmente, quedó sólo en la destrucción del arco de Felipe II17.

A mi juicio hubo una falta total de sensibilidad artística por parte de los ediles de la época. Hacía tiempo que querían derribar el arco, y terminaron consumando su desatinada idea. Sorprende que una persona de la formación de Manuel Fernández López, defendiera la Puerta de Sevilla frente a las intenciones de derribo, pero no el arco renacentista. Decía que si derribaran la Puerta de Sevilla, los ediles que rigen la ciudad serían como nuevos vándalos, mucho más salvajes que los compañeros de Alarico18. Sin embargo, parece excluir de su soflama protectora al arco purista que le parece carente de valor:

 

En 1570, cuando la venida a Carmona de Felipe II, quiso el regimiento proporcionar al soberano paso para la villa más digno de su real persona y levantó el arco que da a la calle de San Pedro. Vale muy poco y hubiera sido mejor no pensar en él. Si no fuera por la inscripción conmemorativa que corre entre las molduras de la cornisa, nadie diría que las esculturas del frontón están hechas en el siglo XVI, época de que tan buenos recuerdos artísticos guarda Andalucía19

 

La primera vez que aparece en las Actas Capitulares la intención de derribar expresamente la arcada renacentista es el 10 de enero de 1894, siendo alcalde-presidente Antonio Cebreros y Trigueros, acordándose lo siguiente:

 

Que siendo de absoluta necesidad el derribo del último arco de la puerta de Sevilla bajando al Arrabal, por el estado ruinoso en que se encuentra parte de él se acordó llevarlo a efecto; y que por la comisión de obras públicas se haga un estudio para abrir una nueva vía por cualquiera de los lados de la puerta de Sevilla que comunique con el referido arrabal a fin de que con toda holgura puedan transitar por ella las caballerías y carruajes, para lo cual por dicha comisión se forme el oportuno proyecto, presentándolo al ayuntamiento para su aprobación20

 

        La autorización del gobernador civil llegó en diciembre de ese mismo año21, aunque todavía se demoraría algún tiempo la evaluación de los costes. De nuevo, en sesión del 15 de mayo de 1895, se leyó un informe del perito práctico de albañilería Francisco Cazar Toranzo en el que señalaba la inminente ruina del citado arco del quinientos que daba acceso a la entonces plazuela de Javier Caro22. Por ello se acordó pedir un informe al arquitecto provincial. Dos meses después, es decir, el 15 de julio, se fechó el citado informe del Gobierno Civil, a instancias de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de la provincia, que fue leído cinco días después en la sesión de plenos. El extracto del dictamen, reproducido en el acta de ese día, no tiene desperdicio por lo que me permito transcribirlo íntegro:

 

De acuerdo con el dictamen emitido por la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de esta provincia se sirve negar la autorización pedida para demoler un arco de la Puerta de Sevilla de esta ciudad, toda vez que la importancia histórico-arqueológica de él, que lo une con otro de construcción árabe, forma un monumento apreciabilísimo e importante, único en la región andaluza, reconocido así universalmente por los amantes de estos recuerdos, encareciendo a este ayuntamiento su conservación, ordenando los reparos conducentes a fin de que esté mirado con la atención que merece y a salvo de toda ruina y su cabildo acordó quedar enterado23.

 

El informe era tajante; recomendaba encarecidamente al consistorio la conservación del monumento. Su alcalde-presidente, don José Lasso de la Vega y Zayas, y los tenientes de alcalde, Sabas Marín Jiménez, Rafael Zayas Benítez y Francisco Valverde Gallegos, se dieron por enterados al igual que el resto de los ediles. Sin embargo, ni caso; el ayuntamiento estaba empeñado en solucionar el problema del tránsito, al tiempo que consideraba prioritarias y útiles otras reformas que estaba acometiendo. De hecho, hay una verdadera obsesión por adoquinar las calles, al tiempo que otorgan una gran importancia a edificios como la ermita de San Mateo, por su funcionalidad litúrgica, frente al arco renacentista24.

El derribo se debió llevar a efecto en la segunda mitad de 1895, aunque no hemos encontrado datos significativos de su ejecución. Sin embargo, el 27 de enero de 1896 se sacó a subasta el adoquinado de todo el firme de la Puerta de Sevilla y su entorno, que se remató finalmente en Antonio García Moreno, por la cantidad de 11 pesetas el metro cuadrado25. Para el entonces el arco era ya historia. Acababan así con una de las más importantes obras renacentistas de Carmona, que se mantuvo erguida en la fachada externa de la Puerta de Sevilla entre 1579 y 1895.

 

 

1 Sobre las ceremonias por las proclamaciones reales en Carmona véase LERÍA, Antonio: “Proclamación y jura Reales. El caso de Carmona” Carel Nº 2. Carmona, 2004, pp. 591-667.

 

2 ORTIZ DE ZÚÑIGA, Diego: Anales eclesiásticos y seculares de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Sevilla, T. IV. Madrid, Imprenta real, 1796 (he usado la reed. de Sevilla, 1988), p.50.

 

3 Ibídem, p. 55.

 

4 MONTOTO, Santiago: Biografía de Sevilla. Sevilla, Editorial Castillejo, 1990, p. 238.

 

5 HERNANDEZ DIAZ, José, Antonio SANCHO CORBACHO y Francisco COLLANTES DE TERAN: Catálogo arqueológico y artístico de la provincia de Sevilla, T. II. Sevilla, 1943, p. 274.

 

6 El conocido cantero de Baeza había trabajado en catedral de Murcia y en otras obras de esta misma ciudad, había fallecido en 1573, varios años antes del comienzo de la obra carmonense. Véase a GUTIÉRREZ-CORTINES CORRAL, Cristina: “Propuesta de una Base de Datos de artistas: Juan Rodríguez, cantero del siglo XVI”, en Imafronte Nº 8-9, 1992-1993, pp. 223-238.

 

7 RODRÍGUEZ ESTÉVEZ, Juan Clemente: Los canteros de la Catedral de Sevilla. Del Gótico al Renacimiento. Sevilla, Diputación Provincial, 1998, p. 426

 

8 Ibídem.

 

9 HERNÁNDEZ DÍAZ: Ob. Cit., p. 274.

 

10 Cabildo del 24 de enero de 1578. HERNÁNDEZ DÍAZ: Ob. Cit., T. II, p. 274.

 

11 Cit. en LERÍA: Ob. Cit., p. 631.

 

12 JIMÉNEZ MARTÍN, Alfonso: La puerta de Sevilla en Carmona. Málaga, Junta de Andalucía, 1989, p. 86.

 

13 ANGLADA CURADO, Rocío, Ricardo LINEROS ROMERO e Isabel RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ: “Persistencia y transformación en el urbanismo de la Carmona moderna”, Actas del III Congreso de Historia de Carmona. Carmona, 2003, p. 377.

 

14 FERNÁNDEZ Y LÓPEZ, Manuel: Historia de la Ciudad de Carmona. Desde los tiempos más remotos hasta el reinado de Carlos I. Sevilla, Imp. Y Lit. de Gironés T. Orduña, 1886 (manejamos la reed. de Carmona, 1996), p. 306.

 

15 HERNÁNDEZ DÍAZ: Ob. Cit., p. 274. ANGLADA CURADO: Ob. Cit., p. 377.

 

16 Ibídem.

 

17 LERÍA, Antonio: “Evolución urbana”, en Carmona, ciudad y monumentos. Carmona, S&C ediciones, 1993, p. 47.

 

18 FERNÁNDEZ LÓPEZ: Ob. Cit., p. 307.

 

19 Ibídem, p. 306.

 

20 Archivo Municipal de Carmona (en adelante A.M.C.), Actas Capitulares de 1894, fols. 13r-14r.

 

21 Cabildo del 12 de diciembre de 1894. A.M.C., Actas Capitulares de 1894, fols. 106v-107v.

 

22 Entre el arco de Felipe II y el gran arco árabe que se conserva actualmente había una placita que recibía ese nombre. A.M.C. Actas Capitulares de 1895, fols. 60v-61r.

 

23 Cabildo del 20 de julio de 1895. A.M.C. Actas Capitulares de 1895, fols. 99v-103v.

 

24 En el cabildo ordinario del 14 de septiembre de 1895, el alcalde manifestó como constaba a todos los señores Concejales que la ermita de San Mateo, patrono de esta ciudad, representa hechos históricos, gloriosos, de grato recuerdo para todos los habitantes de esta población, por cuyo motivo estaba en su ánimo proponer el Excmo. Ayuntamiento que el 21 del presente mes, día del santo, se celebrase una solemne función en aquella con asistencia de la Excma. Corporación. Pero como quiera que del reconocimiento practicado del edificio por el práctico en albañilería, don Francisco Cazar, resultó encontrarse casi ruinoso, no era posible llevarla a efecto, creyendo por lo tanto la absoluta necesidad (de) proceder a repararlo para su conservación. Y su Excelencia, en su vista, acordó que por la comisión de obras públicas se propongan al ayuntamiento las que sea(n) necesario ejecutar para llevarlos a efecto lo antes posible. (128v-129v).

 

25 Cabildos del 27 de enero y del 29 de febrero de 1896. A.M.C. Actas Capitulares de 1896, fols. 12v-13r y 19v-20v.

 

ESTEBAN MIRA CABALLOS

 

(Artículo publicado en la revista Archivo Hispalense, de la Diputación de Sevilla)

UN DOCUMENTO INÉDITO SOBRE LA HISTORIA DE LA VILLA DE DOS HERMANAS (SEVILLA)

UN DOCUMENTO INÉDITO SOBRE LA HISTORIA DE LA VILLA DE DOS HERMANAS (SEVILLA)

        El otro día en una visita fugaz por el Archivo de Simancas me salió al paso un pequeño documento contable de la época de Felipe II, referente al intento de compra de la villa por el I Duque de Alcalá en 1562.

        Recapitulemos brevemente lo que sabemos de su historia: aunque la ocupación de un término fértil como el de Dos Hermanas se remonta lógicamente a la prehistoria, la primera referencia escrita a esta toponimia data del año 1404. Hasta donde sabemos, permaneció como villa de realengo hasta su adquisición –temporal- en 1631 por el III Duque de Alcalá, Fernando Afán de Ribera y Téllez de Girón. Éste se comprometió a pagar por la jurisdicción civil y criminal 3,6 millones de maravedís. Dado que no cumplió los plazos del pago, en 1639, la venta fue traspasada al capitán Pedro de Pedrosa por 8.000 ducados, ostentando el rango de Señor de Dos Hermanas. Fue Carlos II, en 1679, el que le concedió al mismo el marquesado, en cuya jurisdicción se mantuvo la localidad hasta 1813.

        Pues bien, sabíamos vagamente que durante el siglo XVI había habido intentos de compra del término por algunos nobles y potentados. Ello no tenía nada de particular dada la fertilidad de sus tierras.

        El documento que comentamos, aunque está perfectamente catalogado en el archivo no es conocido o al menos no ha tenido difusión hasta la fecha. Se trata de un intento de compra de la villa por el duque de Alcalá nada menos que ¡69 años antes! Per Afán de Ribera y Portocarrero había obtenido la distinción de Duque en 1558 y tan sólo cuatro años después, exactamente en 1562, trató de adquirir infructuosamente la localidad. No lo consiguió, por lo que sería su finalmente nieto Fernando Afán de Ribera el que lo consumase en 1631, aunque por poco tiempo pues en 1638 fue traspasada su venta por impago.

        En el documento el Consejo se informa de las características de la villa y de las condiciones de venta. Empieza señalando que se encuentra a dos leguas de Sevilla y que tiene tan solo 270 vecinos. Con respecto al término, pregunta si está labrado o es de monte y la respuesta es clara: “tiene buen término, todo lo más labrado, y heredades”. A continuación, pregunta si viven personas principales a lo que se responde que “hay cuatro o cinco casas de caballeros dentro del lugar y, en el término, hay algunas haciendas buenas. Interroga asimismo, qué jurisdicciones compra a lo que se responde que compra vasallos, jurisdicción y alcabalas. El precio del vasallo se fija en 14.000 maravedís cada uno y la alcabala en 400 por vasallo. El millar de la renta de alcabalas, tercias y demás rentas se fijó en 36 por cada millar. Y finalmente, aclara que todo ello será abonado en tres tercios, a saber: el primero por la feria de mayo, el segundo, en la de octubre, “y en las Villalón las otras partes con que la postrera sea en juros de a catorce”. Resulta curioso que la tercera fecha de pago se cite a Villalón, que era una famosa feria de origen medieval que se celebraba históricamente en junio. Dicha información realizada en 1562 como consta en el reverso de la cuartilla, aunque finalmente no se llegó a catalizar la compra.

        Es todo lo que da de sí el documento; una mera anécdota que quizás resulte de interés para los aficionados a la historia de esta importante localidad sevillana, que en 2008 superaba los 120.000 habitantes.

ESTEBAN MIRA CABALLOS

UN VELÓDROMO EN CARMONA A FINALES DEL SIGLO XIX

UN VELÓDROMO EN CARMONA  A FINALES DEL SIGLO XIX

Los papeles viejos nunca dejan de sorprenderme y eso que llevo, más de tres décadas frecuentando archivos. Hace pocas semanas, buscando documentos sobre la demolición a finales del siglo XIX del arco de Felipe II, delante de la actual Puerta de Sevilla, me salió al paso otro curioso dato que, por supuesto, no buscaba.

En el libro de cabildo de Carmona del año 1895 –fols. 198v-199v- concretamente en la sesión ordinaria celebrada el 21 de septiembre de 1895, siendo alcalde presidente don José Lasso de la Vega y Zayas, se dio lectura a una solicitud de un tal José Martín Amaya, vecino de Carmona. Éste pretendía obtener licencia para construir un velódromo donde la juventud pueda dedicarse a los ejercicios viciclistas (sic). Al parecer, ya el 24 de agosto de ese mismo año había planteado la propuesta verbalmente, y desde entonces había una comisión analizando la licitación. El presidente de dicha comisión, don Rafael Zayas Benítez, manifestó al resto de los ediles que no observaba objeción alguna para la construcción de la citada instalación. En esa misma sesión se acordó acceder a las pretensiones del solicitante, cediéndole de forma transitoria, el terreno necesario en la orilla del Alcor, próximo a Santa Lucía. Un par de comentarios al dato ofrecido en dicho manuscrito:

Primero, los que somos de Carmona y conocemos el entorno de la antigua ermita de Santa Lucía, precisamente en el borde del alcor, sabemos de lo sinuoso del terreno, con bajadas y subidas y con predominio de la línea curva. Un verdadero circuito, pero que no se ajustaba bien al concepto de velódromo, aunque se utilice esta palabra en la documentación. Según el Diccionario de la R.A.E. un velódromo es un lugar destinado para carreras en bicicleta. Sin embargo, el circuito por el borde del alcor no parece que se ajustara a esa idea de celebrar carreras sino que más bien se trataba de un recinto cerrado o al menos cortado al tránsito de carros y personas, para disfrutar de un pausado y entretenido recorrido, divisando el valle desde el promontorio del albero.

Y segundo, se confirma el largo vínculo que tiene nuestra ciudad con el velocípedo y que ha dado a lo largo del siglo XX algunas figuras de relevancia en el panorama regional y nacional. La fecha de creación, en 1895, coincide con un momento de eclosión de la bicicleta, que se consideraba entonces como el vehículo del futuro, en contraposición a los de tracción animal, es decir, a los carros y carruajes. De hecho, los primeros velódromos de la época datan del último cuarto del siglo XIX; por poner un par de ejemplos concretos, el primer velódromo de Jerez de la Frontera estuvo en funcionamiento desde 1891 mientras que el de Bonanova en Barcelona se inauguró en 1893, solo dos años antes que el carmonense.

No hemos encontrado más datos sobre la puesta en servicio de este circuito. Probablemente, sus infraestructuras fueron mínimas, básicamente controlando el acceso de animales, carros y personas y señalizando el recorrido. Tampoco conocemos la duración del proyecto, ni los años que estuvo en servicio. En cualquier caso, estaremos atentos por si aparecen nuevos datos. Mientras tanto, hay quedan estas líneas para los amantes de la historia de nuestra querida ciudad de Carmona.

 

ESTEBAN MIRA CABALLOS

El FENÓMENO COFRADIERO EN EL PASADO Y EN EL PRESENTE: UNA SÍNTESIS PARA NO INICIADOS

El FENÓMENO COFRADIERO EN EL PASADO Y EN  EL PRESENTE: UNA SÍNTESIS PARA NO INICIADOS

La Edad Moderna está considerada como la edad de oro del mundo religioso español, pues no había ningún aspecto de la vida cotidiana que no estuviese impregnado de un sentimiento religioso. Ese pietismo de la sociedad se plasmó materialmente en las inmensas donaciones legadas a las instituciones religiosas que en el siglo XVI llegaron a monopolizar la mitad de las rentas no solo nacionales sino también del Imperio.

Actualmente cuesta imaginar lo que debieron ser esas ciudades modernas con calles repletas de cruces, imágenes en las vías públicas, ermitas, oratorios, iglesias y conventos populosos, donde se desarrollaba una gran actividad económica, social y, por supuesto, religiosa. En esa sociedad, inserta en ese espíritu piadoso, las cofradías tuvieron una presencia constante en los lugares públicos, produciéndose una sacralización de la calle. Continuamente se celebraban actos públicos, rosarios nocturnos, cortejos procesionales, festividades, salidas en rogativa, etcétera. A veces con grandes manifestaciones públicas de júbilo, disparando cohetes o tirando salvas de honor. Las cofradías constituyeron, pues, las más genuinas manifestaciones socio-religiosas, culturales y festivas del hombre de la Edad Moderna, alcanzando su punto culminante en el período barroco. La mayor parte de los vecinos de la España Moderna pertenecían al menos a una asociación religiosa, beneficiándose de sus ventajas corporativas toda la familia.

           Se trataba de auténticas manifestaciones populares en tanto en cuanto estuvieron participadas por una gran parte del pueblo y tuvieron en muchos casos un devenir prácticamente independiente de la autoridad civil y de la eclesiástica. Buena parte del fenómeno cofradiero gozó de un amplio margen de autonomía, limitándose el control de la iglesia a la mera inspección de sus finanzas y del adecuado decoro de las imágenes. No obstante, todas ellas estaban sujetas a la supervisión de las autoridades eclesiásticas que controlaban todo lo referente a la moralidad de los fieles y a sus finanzas. Sin embargo, para muchas hermandades esta visita era el único control que sufrían, gozando el resto del año, sus miembros y en especial su mayordomo, de plena libertad. Además, había una gran cantidad de hermandades que nunca regularizaron legalmente sus estatutos y que vivían en una alegalidad que les permitían un margen más amplio de libertad. Por tanto, es posible aplicar a estas manifestaciones religiosas el concepto de religiosidad popular, aunque entendido en sentido extenso, es decir, como manifestación más o menos espontánea de toda una sociedad. En cambio, no se debe interpretar el concepto popular como referido al pueblo, en tanto baja extracción social ya que, lo mismo históricamente que en la actualidad, hubo grupos socialmente poderosos que asumieron, controlaron y fomentaron su desarrollo.

           Podían ser de muy diverso tipo: cofradías, hermandades y congregaciones. Desde el punto de vista de la advocación, coexistían toda una gama de corporaciones de santos protectores, cristíferas, marianas, sacramentales, de ánimas, caritativas, etcétera. En cuanto a las personas que formaban parte de dichos institutos también coexistían corporaciones con muy distintas circunstancias. Lo más usual era que fuesen cofradías abiertas, es decir, que estuviesen compuestas por todo tipo de personas, de distinta condición social, de distintas edades y de ambos sexos. Sin embargo, no eran inusuales las llamadas cofradías cerradas, cuyos límites podían ser muy diversos: gremiales, étnicas o simplemente limitadas en número. Había cofradías exclusivamente eclesiásticas, que funcionaban como una especie de mutua de los sacerdotes, aglutinados, casi siempre en torno a la advocación del apóstol San Pedro. Y en relación al sexo también tenemos cofradías dominantemente masculinas, y algunas congregaciones -casi todas ellas de la Orden Tercera- formadas exclusivamente por mujeres y en las que, por estatutos, no se podía admitir a ningún varón.

           En cuanto al status social de las personas, la mayoría admitían en sus filas a personas de diversa condición económica y social. Los únicos requisitos específicos solían ser dos: primero, el abono de la cuota de entrada y de otra anual y, segundo, la limpieza de sangre y, por tanto, la ausencia de orígenes conversos, hechos estos que normalmente se presuponían. No obstante, la cuota de entrada establecía una clara división social entre grupos más o menos pudientes. Por su parte, las cofradías de la Misericordia solían estar formadas por personas pudientes ya que buena parte de sus recursos eran aportados por los propios hermanos. Los fines de estas corporaciones eran básicamente caritativos y se suponía que la nobleza y los ricos tenían una obligación moral con los grupos sociales menos favorecidos.

           Asimismo, había cofradías gremiales en las que sólo se admitían hermanos pertenecientes al mismo ramo profesional. Cofradía y gremio solían ser la misma cosa, pues, a través de ellas los artesanos mantenían una mutua entre los miembros de su oficio. Estas cofradías gremiales funcionaban, más claramente que ningún otro tipo de asociación religiosa, como verdaderos seguros de vida para el asegurado y su familia. En unos tiempos donde no había seguros de desempleo, ni seguridad social, la única garantía de subsistencia en momentos adversos dependía exclusivamente de las acciones caritativas del propio gremio.

           Existieron, además, numerosas cofradías étnicas de negros, gitanos y moriscos, o multiétnicas que agrupaban a todos ellos. Su existencia se justificaba precisamente por la discriminación que sufrían estas minorías que, con frecuencia, veían vetado su acceso a las corporaciones de blancos y a sus beneficios espirituales y materiales. Como hemos comentado, la inmensa mayoría de las cofradías, en una cláusula casi rutinaria, prohibía el acceso a ella a toda persona negra, mulata, morisca o que desempeñase oficios viles. Es cierto que en teoría no debería haber existido esta discriminación porque los esclavos estaban bautizados y, por tanto, eran cristianos. Y precisamente, dado que no había un fundamento jurídico para su exclusión, se permitió y hasta se favoreció la existencia de estas cofradías étnicas, alguna de las cuales todavía mantienen su nombre, como la de los Negritos de Sevilla

           Las hermandades sacramentales y las de ánimas tenían también bastante aceptación se trataba de hermandades muy ligadas a la vida parroquial y, por tanto, a los párrocos, por lo que de alguna forma estas hermandades se convirtieron en el modelo de corporación dependiente que quería la Iglesia frente a esas otras hermandades independientes y a veces hasta enfrentadas a los poderes institucionales. Estas cofradías sacramentales estaban siempre tuteladas y fomentadas por el presbítero de la parroquia en que se encontrase ubicada.

           Hubo, asimismo, numerosas congregaciones, compuestas en su mayoría por mujeres que se dedicaban a la oración y al rosario público por las calles. En general eran mucho más interioristas, es decir, se dedicaban más a la oración, a la meditación y a los ejercicios espirituales. Sin embargo, hubo algunas que adoptaron el papel penitencial, sacando sus imágenes titulares en Semana Santa de la misma forma que lo hacían las demás cofradías.

          Pero vayamos al meollo de la cuestión: ¿Cuál era la finalidad de estas corporaciones? partimos de la base que el fenómeno cofradiero fue fruto de una sociedad profundamente creyente, aunque en algunas ocasiones éste estuviese impregnado de un aire lúdico y festivo que incitaba poco a la espiritualidad. Sin embargo, dicho esto, tampoco se puede dudar del servicio mundano que los ciudadanos obtenían de dichas corporaciones. El objetivo fundamental de su existencia era la atención a sus mutualistas enfermos, la asistencia a sus funerales y la financiación de sufragios. Por ello, casi todas disponían de bóveda de entierro donde sepultar a sus hermanos. Para ser inhumado en ella se requería normalmente haber sido en vida hermano de la cofradía, o pagar una importante cantidad para inhumarse allí. Así, cuando fallecía un miembro, la cofradía en cuestión acudía a su entierro, portando el féretro los hermanos, y aportando los blandones para el cortejo y el estandarte de la corporación.

           Cuando en 1781 Carlos III expidió una orden por la que se prohibían los enterramientos en las iglesias, las hermandades se vieron forzadas a abandonar paulatinamente este cometido. Especialmente afectadas se vieron las hermandades más pobres ya que no dispusieron de fondos suficientes para adquirir nichos o terrenos en los cementerios públicos. Sea como fuere lo cierto es que, a partir del siglo XIX, las cofradías que sobrevivieron tuvieron que readaptarse a las nuevas circunstancias.


PARA SABER MÁS

 

CALLAHAN, Willian J.: Iglesia, poder y sociedad en España, 1750-1874. Madrid, 1989.

HÖFFNER, Joseph: La ética colonial española en el Siglo de Oro. Cristianismo y dignidad humana. Madrid, 1957.

MARTÍN VELASCO, Juan: Religiosidad popular, religiosidad popularizada y religión oficial. Salamanca, 1978.

MORENO, Isidoro: Cofradías y hermandades andaluzas. Sevilla, 1985.

RUMEU DE ARMAS, Antonio: Historia de la previsión social en España. Cofradías, gremios, hermandades, montepíos. Madrid, 1944.


ESTEBAN MIRA CABALLOS

LA ESTANCIA DE LA HERMANDAD DEL ROSARIO EN LA IGLESIA DE EL SALVADOR, 1810-1812

LA ESTANCIA DE LA HERMANDAD DEL ROSARIO EN LA IGLESIA DE EL SALVADOR, 1810-1812

        (Imagen del retablo mayor de la iglesia del convento de Santo Domingo de Carmona, donde tuvo su sede durante siglos la hermandad del Rosario)

        Como ya referimos en un número anterior de este mismo Boletín, en el templo de El Salvador tuvieron oficialmente su residencia canónica cuatro hermandades, a saber: la antiquísima hermandad de La Esperanza, la Sacramental, la de Ánimas Benditas y una hermandad rosariana. Esta última, de la que disponemos de poca documentación, desempeñaba una importante labor asistencial a juzgar por el art. 8º de sus reglas, aprobadas por el ordinario el 6 de julio de 1752. Concretamente decía lo siguiente:

         Ítem, ordenamos que conociendo el que alguno de nuestros hermanos o hermanas cayese enfermo en cama y que por su pobreza y pocos medios no pudiese alimentarse y medicarse para adquirir salud, siendo esto hecho presente al hermano mayor que fuese de ella para que lo noticie a los hermanos ha de ser obligado y todos a concurrir con la limosna que cada uno pudiese para socorrer al tal hermano enfermo. Y asimismo, se ha de pasar a sus casas con el rosario para con toda devoción contarle una salve a María Santísima a fin de que más le convenga para salvación de su alma y si ocurriese la muerte de alguno de nuestros hermanos o hermanas, noticiado que sea al dicho hermano mayor se ha de pasar con dicho hermano a cantarle a su cuerpo difunto un responso lo que se hará precisamente por ser así nuestra voluntad1

 

         Sin embargo, además de las corporaciones citadas, otras dos tuvieron eventualmente su sede en dicho templo, a saber: la del Dulce Nombre de María y la Imperial Cofradía del Rosario. La primera llegó procedente de la iglesia de San Bartolomé a mediados del XVII, fusionándose en poco tiempo con la de La Esperanza. Al parecer, fueron ellos los que protagonizaron una especie de revolución interna, dejando de ser una hermandad de luz para convertirse en otra de penitencia.

En cuanto a la de Nuestra Señora del Rosario del convento de Santo Domingo de Carmona, fue fundada, según José Martín de Palma, por su cuarto abuelo Alonso de Palma Hidalgo en 1512, aunque no aprobó sus primeras reglas hasta una década después, concretamente hasta el 6 de enero de 15222. La devoción de su imagen titular en Carmona fue muy grande, como prueban las muchas donaciones que recibió a lo largo de toda la Edad Moderna3.

A principios del siglo XIX se vivieron en Carmona momentos fatídicos debido a la ocupación de la ciudad por las tropas napoleónicas. La última reunión del concejo carmonense tiene fecha del 23 de enero de 1810, ante la inminencia de la llegada de las tropas francesas a la ciudad. Pero pocos años después dejaron por escrito la impresión que dejó en Carmona esta ocupación, presidida por las más execrables maldades, insultos, robos de casas y tiendas, de dineros, ropas, comestibles, caballos, ganados, atropellamiento del débil sexo, lo mismo en el pueblo que en los caseríos de los campos, caminos, haciendas y cortijos, con innumerables excesos en la profanación de los templos religiosos4. Y por si fuera poco, el nuevo gobierno francés decidió, a los pocos meses de entrar en la ciudad, convertir el convento de Santo Domingo y el de Santa María de Gracia en sendos hospitales militares, la ermita de San Antón en lazareto y lugar de cuarentenas, mientras que el de San Francisco y el Carmen se transformaron en cuarteles5. Todas las iglesias y conventos citados fueron pavorosamente despojados.

Como es bien sabido, la hermandad de Nuestra Señora del Rosario tenía su capilla propia en el convento de Santo Domingo. Así que, ante los inminentes rumores de la llegada de los franceses, entre el 23 y el 29 de enero de 1810, decidieron su traslado al templo parroquial de El Salvador. No sabemos quiénes o por qué eligieron como sede esta iglesia; sí parecía lógico que optasen por refugiarse en un santuario situado en intramuros, pero que bien pudo haber sido cualquiera de las seis parroquias que se encontraban bajo la protección de las murallas.

         Pese a la buena acogida que se les dispensó en su nueva sede provisional, nunca pensaron quedarse. No sólo por los siglos que llevaban establecidos en el viejo convento dominico sino también porque allí tenían una bonita capilla en propiedad y su bóveda de entierro. Por ello, tras la salida de los franceses, tardaron pocos meses en regresar a su sede canónica. Así, en agosto de 1812 el mariscal Soult se batió en retirada y la ciudad quedó libre de la tiranía francesa. El júbilo se adueño de Carmona y durante los días 15 y 16 de agosto hubo luminarias en varias torres de la ciudad. Nuevamente el 29 de agosto hubo fiesta generalizada en la ciudad, pues, el cabildo acordó que hubiese repique de campanas de todas las iglesias de la ciudad, con iluminación de todo el pueblo y misa solemne en Santa María con Te Deum y con asistencia de las cruces parroquiales6

Pues bien, en apenas dos meses los hermanos del Rosario estaban solicitando autorización para retornar a su primitiva residencia. Y ello a pesar de la situación dantesca en la que se encontraba tanto la iglesia de Santo Domingo como su capilla, después de haber sido totalmente despojada y saqueada. No obstante, la estructura del edificio seguía siendo sólida por lo que, tras adecentarlo mínimamente, tomaron su decisión de efectuar el traslado. Efectivamente, el 20 de noviembre de 1812, el hermano Mayor y prioste de esta hermandad solicitaba las llaves del templo de Santo Domingo para su retorno a él desde su sede provisional de El Salvador7. Poco después, en solemne procesión, su sagrada imagen era trasladada a su primitiva capilla, ante la devoción de miles de carmonenses. Habían permanecido en El Salvador cerca de tres años, celebrando allí sus cultos internos.

Huelga decir que en el exclaustrado templo de Santa Ana permanecieron poco menos de un siglo, es decir, el tiempo en el que la iglesia conventual se mantuvo en un razonable buen estado8. Pero cada vez más, las dos hermandades allí ubicadas encontraban más dificultades para mantener ellas solas todo el edificio, prácticamente abandonado a su suerte. En 1865, ambas corporaciones, la hermandad del Rosario y la del Dulce Nombre de Jesús se fusionaron e inmediatamente después comenzaron a solicitar su traslado al templo de San Pedro. De hecho, la primera petición a Palacio que conocemos en este sentido data del 16 de noviembre de 18659. El traslado tardaría en llegar, pues no se aprobó definitivamente hasta el 6 de agosto de 1899, aunque los cultos se realizaban de hecho en dicho templo al menos desde el año anterior10.

¿Por qué decidieron trasladarse a San Pedro y no a El Salvador donde tan gratamente los habían acogido durante los duros años de la invasión francesa?, Pues no lo sabemos, pero lo cierto es que no parece que ni tan siquiera se planteasen esa posibilidad. Probablemente, se trataba simplemente de una cuestión de jurisdicción; el templo de Santo Domingo se ubicaba en la collación de extramuros y, en teoría, la parroquia que les correspondía era la de San Pedro. Con toda probabilidad, los libros de cabildos de aquellos años o los de la propia fábrica de San Pedro, pueden ofrecer información que nos aclare mejor esta decisión.

1 Reglas de la hermandad del Santísimo Rosario de Nuestra Señora la Virgen María, la beatísima Trinidad y en su título de Coronación se venera en la parroquial de San Salvador de Carmona, aprobada en Sevilla el 6 de julio de 1752. AGAS, Hermandades 121.

2 ROMERO MENSAQUE, Carlos José: El rosario en Sevilla. Devoción, rosarios públicos y hermandades. Sevilla, Excmo. Ayuntamiento, 2004, p. 479.

3 Como ejemplo, citaré una donación inédita localizada en el archivo municipal de Carmona. El 15 de agosto de 1661 se reunió su cabildo y aceptaron un rosario de cuentas de coral, compuesto por cinco dieces engarzados y extremado con plata de filigrana que le habían legado en su testamento Gracia Barba de Bohórquez y Ureña y su esposo Juan Berrugo de Morales. A.P.C., Escribanía de Alonso Núñez de Parrilla 1761, fols. 830r-830v.

4 Cabildo del 25 de julio de 1813. A.M.C. Libro 228. Cit. en NAVARRO DOMÍNGUEZ, José Manuel: “La organización militar francesa en Carmona durante la guerra de la Independencia”, Actas del IV Congreso de Historia de Carmona. Carmona, 2005, p. 55.

5 Acuerdo del cabildo por el que se decidió hacer cuarteles los conventos del Carmen y San Francisco, Carmona, 30 de julio de 1810. A.M.C., Libro 225. Poco antes, por acuerdo capitular del 3 de junio de 1810 se decidió el traslado de la Virgen de Gracia a Santa María, así como de la reja de su capilla mayor.

6Acuerdo capitular del 29 de agosto de 1812. A.M.C., libro 227.

7Cabildo del 20 de noviembre de 1812. A.M.C., Actas Capitulares Lib. 228.

8 De hecho, en una visita arzobispal a Carmona, en 1880, el visitador declaró que visitó los conventos exclaustrados de El Carmen, San José, San Francisco y Santo Domingo y lo encontró todo en buen estado. A.G.A.S., Visitas 1408, R. 4, N. 1.

9 Solicitud de traslado de la hermandad del Rosario a la iglesia de San Pedro, Carmona, 16 de noviembre de 1865. A.G.A.S., Hermandades 124.

10 ROMERO MENSAQUE, Carlos José: “El fenómeno rosariano en la ciudad de Carmona. Apuntes para su estudio”, Boletín del Consejo de Hermandades y Cofradías de Carmona. Carmona, 2008, p. 44.

ESTEBAN MIRA CABALLOS

(Artículo publicado en Ecce Homo. Boletín de la hermandad de la Esperanza. Carmona, 2014, pp.50-52)

HERMANDADES DE ÁNIMAS EN LA CARMONA MODERNA

HERMANDADES DE ÁNIMAS EN LA CARMONA MODERNA

1.-INTRODUCCIÓN

El miedo a la muerte ha sido una de las grandes constantes de la Historia. Sin embargo, la respuesta que hemos dado ante ella ha sido muy diferente dependiendo de la época y de la condición social. Los epicúreos lo aceptaban con naturalidad, no temían a la muerte, pues pensaban, según Critchley, que lo que es bueno es fácil de obtener y lo que es terrible es fácil de aguantar. Pero lo cierto es que en el pasado se afrontaba la muerte con más naturalidad que en la actualidad, siempre y cuando el finado dispusiese de tiempo para disponer su alma. Además, se suponía que mostrar miedo, ira o rabia ante la muerte era algo propia de personas de baja extracción social. De hecho, durante casi dos mil años, se suponía que lo mismo patricios que nobles debían mostrar valor incluso, en el último trance de la vida. Era lo que se ha llamado hasta el siglo pasado, el bien morir, es decir una muerte digna y con honor.

          La muerte para muchos desheredados podía tener su parte buena porque era la única forma de justicia social que existía, pues terminaba por igualarlos finalmente a todos. Por ello, siguen siendo un consuelo para las personas que clamamos por la justicia social los versos que Jorge Manrique dedicó a la muerte de su padre y que, cinco siglos después de ser escritos, siguen teniendo plena vigencia:

Nuestras vidas son los ríos/ que van a dar en la mar,/ que es el morir;/ allí van los señoríos/ derechos a se acabar/ y consumir;/ allí los caudales,/ allí los otros medianos/ y más chicos;/ y llegados, son iguales/ los que viven por sus manos/ y los ricos.

 

Bien es cierto, que la clase pudiente se empeñaba en prolongar la desigualdad más allá de la muerte. Las pompas fúnebres y las misas a perpetuidad intentaban que los ricos tuviesen un mejor lugar en la otra vida frente a los pobres desheredados que no disponían de recursos para pagarse una mísera misa por la redención de su alma. La muerte no igualaba porque era el último acto social del finado. Un enterramiento acorde a su rango social, con acompañamiento de frailes, clérigos, capellanes y hermandades, con blandones y con memorias perpetuas de misas. Hasta en la muerte había obligación de hacer una ostentación social acorde con el rango de cada cual. De hecho, en el folclore de la villa de los Pedroches (Córdoba) el pueblo cantaba en los entierros la siguiente estrofa:

Cuando se muere algún pobre,/ ¡qué solito va el entierro!/ y cuando se muere un rico/ va la música y el clero1.

 

Hasta el cielo podía ser diferente, dependiendo de la condición social del finado, como reza el epitafio de la familia Monroy que aparece en la Catedral V. En la Catedral Vieja de Salamanca:

Aquí yacen los señores Gutiérrez de Monroy y doña Constanza de Anaya, su mujer, a los cuales dé Dios tanta parte del cielo como por sus personas y linajes merecían de la tierra2.

 

        Por eso las misas, las fundaciones de capellanías y obras pías se hicieron frecuentes para garantizar la salvación de las almas. Desde que el Concilio de Trento consagró la existencia del Purgatorio, nadie que tuviese posibilidades económicas se olvidaba de disponer sufragios por su alma, para abreviar lo más posible su paso temporal por el purgatorio. También existía la posibilidad de afiliarse a alguna hermandad de ánimas, que por una pequeña cuota anual, podía garantizarse dichos sufragios.

 

2.-COMUNICACION ENTRE VIVOS Y MUERTOS

          Aunque se conocen algunas hermandades de ánimas fundadas en el siglo XIV, como la de Pedroñera y Carboneras, ambas en la provincia de Cuenca3, su impulso llegó tras el concilio de Trento, cuando se fundamentó la existencia del Purgatorio4. La mayor parte de las cofradías de Ánimas se fundaron en la segunda mitad del siglo XVI y a lo largo del XVII. Y es que desde el Concilio de Trento se reforzó la idea de la intercesión de los vivos sobre las almas de los difuntos. Los protestantes habían negado la existencia del Purgatorio, al estimar que el destino de las ánimas no dependía de los hombres sino exclusivamente de Dios.

En contraposición, en Trento se reafirmó la existencia del purgatorio y la necesidad que había de que los vivos rezasen por los muertos para facilitar su salida del purgatorio y su ingreso en el cielo. El purgatorio católico se representaba exactamente como el infierno y allí iban las almas a purificarse antes de pasar al cielo. La única diferencia real con el infierno era el alivio que suponía que fuese solo un período transitorio5. Se ratificó la existencia del purgatorio y la necesidad que había de que se rezara por las ánimas de los difuntos para una más rápida salida hacia el cielo. Es decir, los vivos nada podían hacer por los muertos. En contraposición, en Trento se reafirmó la existencia del purgatorio y la necesidad que había de que los vivos rezasen por los muertos para facilitar su salida del purgatorio y su ingreso en el cielo.Por ello, las cofradías de Ánimas tenían un doble objetivo: Uno, asistencial pues trataban de asistir a sus hermanos en el trance de la enfermedad y la muerte. Y otro, caritativo, pues mediaban por las almas de los difuntos, acelerando su tránsito desde el Purgatorio al Cielo. Como ha escrito Carlos Romero Mensaque, las almas eran sometidas a tales penitencias que parecían estaban más en la antesala del infierno que del cielo6.

Rara fue la parroquia que no contó desde finales del siglo XVI o principios del XVII de una hermandad de ánimas. La ciudad de Sevilla poseía hermandades de ánimas en todas las parroquias desde el siglo XVI, la mayoría de ellas con aprobación del obispado7. Y lo mismo podemos decir de Carmona, donde existieron cofradías en todas las parroquias, e incluso, en el convento de Santa Clara.

 

3.-HERMANDADES DE ÁNIMAS EN CARMONA

          En Carmona, las cofradías de ánimas fueron muy precoces, pues prácticamente todas las parroquias dispusieron de ellas desde el siglo XVI. Se conocen siete hermandades de Ánimas, tantas como parroquias había en la localidad. Casi todas fundadas en el siglo XVI. Pero debemos advertir que, con anterioridad a su constitución con hermandad, encontramos donaciones en los testamentos a la cera de las ánimas, evidenciando que la devoción precedió a la aparición legal de dichas corporaciones. A continuación mostramos un cuadro con las hermandades de Ánimas de Carmona, ordenadas por sus ingresos anuales.

Cuadro I

Las cofradías de Ánimas de

Carmona en el siglo XVIII8

 

COFRADÍA

INGRESOS

(año 1717)

PRIOSTE

(año 1798

Ánimas de la iglesia de San Pedro

162.928

José Montero

Ánimas de la iglesia de San Blas

63.240

Juan Caro Losilla

Ánimas de la iglesia de Santa María

51.000

Jerónimo Acuña

Ánimas de la iglesia de San Bartolomé

48.620

Ramón Benítez

Ánimas de la iglesia de San Felipe

17.000

Pedro Ruiz

Ánimas de la iglesia de Guadajoz

4.080

¿?

Ánimas de la iglesia de Santiago

¿?

Juan María Rodríguez

Ánimas de la iglesia de El Salvador

¿?

Juan José Mejías

Ánimas del convento de Santa Clara

¿?

La abadesa

TOTAL

346.868

 

 

 

Ya comentamos en otro número de esta misma publicación que, aunque hoy están casi todas extinguidas o fusionadas con otras, como la de San Pedro fusionada con la Humildad a mediados del siglo pasado, antaño fueron corporaciones bastante populosas y algunas hasta poderosas social y económicamente. En Carmona había hermandades Sacramentales y de Ánimas en las siete parroquias de Carmona y en la de Guadajoz, más dos Sacramentales en los conventos de Madre de Dios y Santa Clara, y una de ánimas en este último cenobio. En total 19 cofradías de un total de 38, es decir, justo el 50 por ciento del total de corporaciones. Se trata de una proporción muy elevada, y bastante superior al 16,31 por ciento que suponían en el partido de Badajoz y al poco menos del 20 por ciento que representaban, por esas mismas fechas, en la provincia de Córdoba9.

          Los titulares de estas hermandades era con frecuencia un lienzo en el que se representaban una muchedumbre de personas purgando sus penas en el purgatorio. A veces, como el retablo de la hermandad de Ánimas de San Pedro, se optaban por colocar en la tabla principal un Juicio Final con ángeles trompeteros, y a un lado las ánimas destinadas a salvarse y al otro el infierno, con las almas de los pecadores10. A veces optaron por adoptar como titular a intercesores como la Virgen del Carmen, el arcángel San Miguel, portando una balanza donde pesaba las acciones buenas y malas, algún santo, o incluso, un crucificado.

Solían ser cofradías abiertas aunque encontramos algunas que eran cerradas a alguna comunidad, de monjas, frailes o clérigos. Conocemos varias de ellas, como la hermandad de Ánimas del convento de Santa Clara de Carmona, la de clérigos de San Joaquín de la iglesia de Santa Ana de Sevilla o la de la Conmiseración de las Ánimas Benditas, fundada en el convento de Santa María de Gracia de Sevilla, e integrada, curiosamente, por monjas y frailes dominicos de Sevilla11. Salvo algunas corporaciones de monjas, el resto de las hermandades estaban formadas por varones, aunque evidentemente el seguro también se ampliaba a la esposa y a los hijos del hermano. Y en algunos casos, era tal el volumen de féminas que se planteó la erección de otra hermandad anexa, formada por mujeres que gestionase los sufragios y entierros de las mujeres. Así en un cabildo de la hermandad de Ánimas de la iglesia de San Pedro de Carmona, del 19 de mayo de 1782, se planteó crear otra hermandad de mujeres, regida por féminas pero sufragada de los ingresos de su matriz masculina12.

A continuación trazaremos una breve reseña de las más importantes hermandades de Ánimas de Carmona. Probablemente la más antigua, o al menos la que antes aprobó sus estatutos fue la de Santa María. De hecho, nos consta la aprobación de sus primeras reglas ante el ordinario eclesiástico en 156513.

También la de San Pedro debía ser muy antigua, pues en la ermita de Nuestra Señora de la Antigua que había donde después se ubicó la parroquial de San Pedro, ya había una hermandad dedicada a las Ánimas del Purgatorio Sin embargo, sus primeras ordenanzas no fueron aprobadas por el ordinario hasta 1567, aprobando nuevas reglas ante el Consejo de Castilla a principios del siglo XIX14. Disfruto de abundantes rentas, procedentes de propiedades urbanas que arrendaba, así como de distintos censos y tributos15. Tantas eran sus rentas que en 1717, excluyendo a la Universidad de Beneficiados, fue la corporación que más contribuyó en el impuesto del situado.

          La hermandad de San Blas se fundó en el siglo XVI, en fecha que desconocemos. El dato más antiguo de que disponemos de ella es de 1592, cuando se aludía a un tributo que poseía16. Conocemos los nombres de algunos de sus priostes de finales del siglo XVII, como Francisco de la Barrera Montes de Oca (1684), Teodomiro Ignacio Pacheco (1685) y Pedro Bernal, sacristán Mayor de San Blas (1686)17. En 1717 de una cierta capacidad económica, pues tenía unos ingresos superiores a los 63.000. Se conservan libros de cuentas de esta hermandad entre 1794 y 1850 a través de los cuales sería posible hacer un seguimiento más particularizado de sus ingresos y de su capacidad económica.

La de San Bartolomé debió ser fundada también en la segunda mitad del siglo XVI aunque, aunque de momento no disponemos de datos. Se conserva bastante documentación sobre esta corporación en el archivo parroquial aunque el más antiguo es un cuadrante de misas de difuntos que celebraba desde 1628. Dispone asimismo de libros de asientos de hermanos entre 1691 y 1769 y de libros de cuentas entre 1757 y 1841, además de otras escrituras patrimoniales18. En 1717 sabemos, por el impuesto del situado, que disfrutaba de unas rentas de 48.000 maravedís anuales. Disfrutaba desde finales del siglo XVII de una casa en la calle del Horno Palomino, collación de San Bartolomé que arrendaba y de otra casa en la Barbacana, que a mediados del siglo XVIII estaba arruinada por la que la cedió a un tal Francisco Duarte para que la reparara y, a cambio, pagase un tributo perpetuo a la citada hermandad19.

          El resto, es decir, las de San Felipe, El Salvador, Santiago y Guadajoz disponían de rentas mucho más modestas, aunque cumplían mínimamente con su cometido de celebrar sufragios por sus hermanos finados. La de San Felipe sabemos de su existencia en la temprana fecha de 1571 cuando Juan Barba le dejó en su testamento una pequeña limosna de dos reales20. En el archivo de San Bartolomé se conservan algunos documentos sueltos de los siglos XVII y XVIII y también encontramos algunos cabildos en el Archivo de Protocolos. Por uno de esos documentos sabemos que hasta el 30 de noviembre de 1679 había sido prioste Manuel López de Meneses, y en ese día eligieron por nuevo prioste a Diego Rodríguez21. En 1755 disponían de media casa en el Berrocal que la hermandad había recibido por medio de una capellanía y que arrendaba por 20 ducados anuales, pagados en tercios22.

De la hermandad de El Salvador tenemos tan solo algunas referencias que aparecen en las cartas que formalizaron en el Archivo de Protocolos. Conocemos algunos de sus priostes, como Francisco Canelo que salió en 1675 mientras que, en 1757 desempeñaba el puesto nada menos que el maestro tallista Miguel de Gálvez, autor entre otras obras del retablo mayor de la iglesia de las Agustinas Descalzas y, finalmente en 1798, era su prioste Juan José Mejías. El 2 de agosto de 1685 Juana de la Cruz, vecina de la collación de El Salvador, en la calle Sancho Ibáñez declaró ser hermana de dicho instituto, así como de la Sacramental de su parroquia. Disponían de algunas casas en propiedad, una en la calle Sancho Ibáñez que en 1769 alquilaban por 30 ducados anuales y en 1790 por 2823 y otra en la calle Real, que en 1757 se arrendó por un precio de 36 ducados24.

          De la de Santiago también tenemos algunas noticias muy fragmentarias. En 1772, 1782 y 1787 figuraba como su prioste, Ignacio de Araos y Cabrera, presbítero de la iglesia de Santiago, por lo que es posible que estuviese al frente de la misma durante más de tres lustros, aunque la elección se hacía anualmente. Finalmente en ese año de 1787 desistió de su cargo por sus muchas ocupaciones y se eligió en su lugar a Mateo del Pino25. Poseía algunas rentas, entre ellas un censo a su favor de 440 reales de principal que rentaban 22 reales anuales, formalizado el 17 de abril de 1636 sobre las casas de morada de Bárbola Castellanos, viuda de Bartolomé Romero26. Y ya en el siglo XVIII, Alonso Espinosa, en su testamento fechado el 17 de septiembre de 1768 dejó su casa en la calle de Calatrava, collación de Santiago, a sus sobrinas en usufructo mientras vivieran y luego pasaran a propiedad de la hermandad27.

La de Santa Clara aprobó sus reglas en 1633 bajo los auspicios y de la abadesa y primera prioste sor María de Mendoza Tamariz28. El objetivo de la misma era ofrecer cera en el entierro de las hermanas, y todos los sufragios que las limosnas permitiesen, así como una misa solemne por las ánimas el primer lunes de cada mes y un aniversario en noviembre con vigilia y misa cantada29. Pocas décadas después tenía capital suficiente como para prestar a María de la Barrera 1.100 reales, a cambio de un tributo a anual de 55 reales30. En el archivo conventual se conserva el libro de hermanos de 1746 a 1867 y otro de cuentas de 1786 a 183631.

          Hasta aquí este pequeño artículo sobre estas singulares hermandades que aunque actualmente pertenecen al pasado, formaron parte de la vida, de la mentalidad y de la idiosincrasia de los carmonenses de ayer.

 

APÉNDICE

 

Documentos sobre las hermandades de ánimas carmonenses en el archivo de protocolos de Carmona.

 

AÑO

RESIDENCIA CANÓNICA

DOCUMENTO

4-2-1565

Santa María

Carta de poder de Juan Rodríguez Pinto, Alonso Hernández Ortiz, Francisco Pérez espartero, Juan de Veas, Bartolomé Pacheco, Miguel López, zapatero, Cristóbal Vázquez, calcetero, Bartolomé de Úbeda, zapatero, Andrés de Vega, Gonzalo Barranco, Rodrigo Pérez, Francisco Moreno, Cristóbal Gutiérrez, Cristóbal Navarro, tejedor, Pero Martínez Cadenas, sastre, vecinos de Carmona y hermanos de la cofradía de las Ánimas del Purgatorio que ordenamos e instituimos nuevamente en Santa María y dan poder a Alonso Guillen, clérigo presbítero, vecino de Carmona, para que suplique y pida al provisor del arzobispado la aprobación de los capítulos y constituciones que lleva para que los guardemos los hermanos.

(APC Alonso de Marchena 1565, fols. 53r-54r)

17-11-1573

Santa María

Beatriz de Monroy, vecina de Carmona, en la collación de Santa María, deja un real a la cera de las Benditas Ánimas de la iglesia de Santa María. .

(APC Juan Rodríguez 1573, fols 204v-206r)

 

1594

San Felipe

Testamento de María Sánchez del Corral, viuda de Juan Gutiérrez de Marchena, 1594. Es hermana de las cofradías del Santísimo y de Ánimas de San Felipe. Dos reales a cada una

(APC, Juan de Medina 1594)

1603

San Pedro

Pedro Sánchez, prioste de la cofradía de las Ánimas de San Pedro arrienda unas casas propias de la hermandad, abajo del Postigo, en la calle que dicen de Maqueda”, por un año a contar desde el día de San Juan, por un precio de 14 ducados anuales, a Alejos Gavira.

(APC, Alonso Sánchez de la Cruz 1603, fols. 310v-311v).

22-7-1604

San Pedro

Bernardo de Celada, curtidor, vecino de esta villa de Carmona en la collación de S Pedro, por la devoción que le tiene a las ánimas del Purgatorio dona como limosna a la hermandad, para que recen por su alma unas casas que tienen cuerpo bajo y otro alto en la collación de San Pedro, calle de Sevilla que lindan hacia la parte de abajo con la plaza y otras casas grandes mías y por arriba con casas de María Gómez de viuda de Francisco González, espartero, libres de censo. Anula un testamento anterior en el que dejó a la hermandad un cortinal.

(APC A Sánchez de la Cruz 1604, fols. 520v-524r)

27-8-1633

Santa María

Testamento del licenciado Francisco Gutiérrez de la Vega, capellán de la capellanía que fundó en la iglesia de Santiago de Carmona Martín López de la Cueva. Declara ser hermano de las cofradías del Santísimo Sacramento y Ánimas del Purgatorio, sitas en Santa María de esta ciudad, por lo que pide y ruego a los priostes y hermanos mayores que le acompañen con su cera el día de mi entierro y le digan los sufragios que acostumbran cuando fallecen los hermanos.

(APC, Alonso Escamilla 1633)

 

17-4-1636

San Pedro

Cabildo de la hermandad de Ánimas de San Pedro, del 25 de abril de 1636. Se reunieron Alonso de Ojeda, prioste, Miguel Rodríguez, Alonso Martín de Nava, Diego López Moreno, Francisco de la Barrera, Bartolomé Naranjo, Alonso de la Cruz de Arjona, Antonio Cansino, Bernabé Gutiérrez, Domingo Pérez, Juan Sánchez Garabito, Blas Ruiz, Luis Romero, vecinos de Carmona y otorgaron poder al prioste para que redima el censo de 440 reales de principal y 22 reales de renta que contrajo Juan López, difunto, sobre sus casas en la calle de los Mármoles. La citada casa fue vendida a Marcos García y éste lo quería redimir. Unos días después dieron poder para formalizar la redención del censo.

APC, Gregorio Alanís 1636 fols. 518vr-520v)

 

17-4-1636

Santiago

Bárbola Castellanos, viuda de Bartolomé Romero, vecina de Carmona en la collación de Santiago, recibió 440 reales a cambio de formalizar un censo sobre sus casas de morada a favor de la hermandad de Ánimas de Santiago, comprometiéndose al pago de 22 reales anuales,

APC, Gregorio Alanís 1636 fols. 521r-524v)

 

30-1-1655

San Bartolomé

Cabildo de la hermandad de Ánimas de San Bartolomé, con la presencia de los siguientes hermanos: Juan Guerra, Bonifacio Rodríguez, Francisco Gil, Antón de Escamilla, Juan Valenciano, Juan de Hoyos, Juan Bautista, Alonso Bravo, Juan Alberto, Diego Caballero, Juan de Baeza, Bartolomé Valenzuela, Bartolomé Sánchez, Antonio del Hierro, Francisco Andrés y José de la Barrera. Prioste saliente Cristóbal de León; nombraron por nuevo prioste, por un año, a Juan de Hoyos, maestro espartero vecino de esta ciudad. Y por alcaldes a Alonso Bravo, Juan Bautista y Francisco Andrés y José de la Barrera. Y por contadores: Juan Guerra y a Juan Alberto. .

(APC Miguel de Bugar 1655, fols. 186r-186v).

7-9-1674

Santa Clara

María de la Barrera, viuda de Juan de Campos, y su hijo Juan de Campos, vecinos de Carmona, en la calle de los Chamorros, collación de San Pedro, otorgan que venden 55 reales de renta anual y tributo en moneda de vellón, a pagar por tercios de cada año a la cofradía de las Animas de la iglesia de Santa Clara de Carmona y a doña Marina Adalid, monja profesa en su nombre. A cambio recibió 1.100 reales de vellón. Sitúan la renta en sus casas de la calle Chamorro en unas viñas y en un olivar.

(APC Miguel de Vergara 1674, fols. 423r-424v)

1675

El Salvador

Cabildo en el que salió electo por nuevo prioste Francisco Canelo, que aceptó el cargo.

(APC, Miguel de Vergara 1675, fols. 574r-574v)

30-11-1679

San Felipe

Cabildo de la hermandad de Ánimas de San Felipe, con la presencia de los siguientes hermanos: Manuel López de Meneses, prioste, licenciado Fernando García, licenciado Luis Barrasa, presbíteros, don Francisco Adalid Barba, Diego de Morales, Diego de Cárdenas, Francisco Sánchez, Pedro García, Antonio de Matos, Francisco Rodríguez, Domingo Alonso, Pedro de Acosta, Francisco Mallen y Francisco Paredes. El prioste dijo que no podía continuar en el cargo por sus muchas ocupaciones y nombraron por unanimidad a Diego Rodríguez.

(A.P.C, Pedro Ignacio Vidal? 1679, fols. 750r-750vb)

1-7-1685

San Blas

Cabildo de la cofradía de las Benditas Ánimas de San Blas, con asistencia de los siguientes hermanos: el licenciado Agustín de Biedma y Osorio, beneficiado, el licenciado Lorenzo de Villarreal, el licenciado Juan de Carmona Hidalgo, el licenciado Juan Antonio de Cabrera, vice- beneficiado, el licenciado Gonzalo de Torres, cura de ella, Pedro Bernal, Andrés González, Francisco Pacheco, clérigo de menores, Juan Bernal, Juan Antonio Tomé de Palma y Juan Rodríguez Castellanos. Manifestaron que no tenían prioste, por muerte de Francisco de la Barrera Montes de Oca, nombraron por unanimidad por nuevo prioste a Teodomiro Ignacio Pacheco.

(A.P.C. Escribanía de Juan Antonio Benítez 1685, fols. 314r-314v).

2-VIII-1685

El Salvador

Testamento de Juana de la Cruz, vecina de Carmona a la calle Sancho Ibáñez, collación de El Salvador. Declara que se entierra en la bóveda de la fábrica de El Salvador de donde es parroquiana. Manifiesta ser hermana de las hermandades de las Benditas Ánimas del Purgatorio y del Santísimo Sacramento, ambas de la iglesia de El Salvador. Que los hermanos mayores le diesen los sufragios que correspondan y acompañen su cuerpo con la cera con la que se acompaña a otros hermanos. Carmona, 2-VIII-1685

(APC, Juan Antonio Benítez 1685, fols 322r-324v).

26-8-1686

San Blas

Cabildo de la hermandad de Animas de San Blas, en presencia de los siguientes hermanos: Juan de Carmona, presbítero vice-beneficiado de San Blas, Juan Rodríguez Castellano, Francisco de Palma, Diego de Olivares, Andrés de Barrios, Juan García, Alonso Cordero, Sebastián Barroso, Francisco Rodríguez y Pedro Bernal, sacristán mayor de San Blas. Designaron prioste a este último porque estaba vacante la plaza.

(APC Juan Antonio Benítez 1686, fols 943r-943v).

25-5-1687

San Pedro

Cabildo de la hermandad de Animas de San Pedro, en presencia de los siguientes hermanos: Miguel de Montoya, prioste, Mateo de Herrera, Antonio Caballero de Liñán, Juan Manuel Martínez, Gaspar de la Barrera, Juan de Santiago, Francisco Duarte, Andrés de Lebrija, Fernando Martín, Antonio de Bares, Ignacio Pérez, Francisco del Raso, Francisco Antonio Pavón, Francisco de Fuentes, Miguel Muñoz y Alonso Núñez parrilla. El prioste dijo que bien sabían los presentes como la cofradía tenía un tributo de 100 ducados de principal de que pagaban réditos Pedro Ruiz y su mujer, difuntos, impuestos sobre unas casas que tenían en la calle de Vidal, linde con casas de la capellanía de Juan Adame, que la mitad eran suyas y la otra mitad de una su hermana y cuñada. Y sobre ellos estaban otros dos tributos de 100 ducados, por lo que los hijos menores de Pedro Ruiz no podían afrontar el pago del tributo y que la justicia pretendía obligar a pagar a los menores, subastando sus medias casas. Y se valoraron por alarifes en 5.000 reales, por estar recién labradas y que el prioste quería coger las dichas casas en el aprecio hecho por los alarifes, lo cual fue ratificado por los hermanos presentes.

(APC, Alonso Núñez parrilla 1687, fols. 201r-202v).

17-12-1694

San Bartolomé

Se reunieron de una parte Gonzalo Caraballo, jurado y prioste de la cofradía de Ánimas y, de la otra Andrés Pérez, y acordaron que este último arrendaba una casa que la citada hermandad poseía en la calle del Horno Palomino, collación de S Bartolomé, que lindan con casas de Teodomiro de la Concha y con otras de los herederos de Lucas Roales. El contrato entraría en vigor a partir del día de San Juan Bautista de 1695, por un precio de 11 ducados anuales, pagados en tres tercios.

(APC Diego González de la Concha 1694, fols. 979r-979v).

22-1-1696

San Pedro

Cabildo de la cofradía de Ánimas de San Pedro, con presencia de los hermanos: don Luis de la Barrera, presbítero beneficiado de la dicha iglesia, don Juan de Úbeda Navarro, presbítero beneficiado de ella, don Fabián de Luna, presbítero cura de dicha iglesia, don Juan de la Barrera, familiar del Santo Oficio, Juan Navarro, Diego Guillén, Antonio González, José de Luna, Miguel de Montoya, Juan del Trigo, Antonio de Aguilera, Miguel Muñoz, Francisco de la Barrera, sacristán, y Francisco Yánez, prioste de dicha cofradía. El dicho prioste comunicó a los hermanos que bien sabían que la cofradía tenía unas casas en Carmona, al barrio del Cerrillo, que se las dejó María Caballero sobre la cual estaba situado un tributo de cien ducados de que se pagan réditos al convento de Santa Clara y una memoria de veinte reales al convento de San Francisco de esta ciudad. Que dado que la citada casa está casi arruinada no da para pagar el citado tributo. Por lo que acordaron renunciar la casa en los dueños de dicho tributo y memoria por lo que le dieron poder al prioste para que otorgase las escrituras pertinentes.

(A.P.C., Escribanía de José Ruiz Bravo, 1696).

8-9-1698

San Bartolomé

Antonio de Luna, vecino de Carmona, prioste de la cofradía de las s Ánimas de la iglesia de San Bartolomé arrienda unas casas de la cofradía, en la calle del Horno Palomino, a María Rodríguez, viuda de Diego Hernández, y a su hijo, Diego Hernández, por un precio anual de tres ducados y medio.

(APC, Roque Jacinto de Santiago 1698, fols 758r-758v).

2-2-1719

San Pedro

Cabildo de la cofradía de Ánimas de San Pedro, con presencia de los siguientes hermanos: Juan Laso Mancera, vice-beneficiado de la dicha iglesia, Felipe de Santiago y Luna, vice-beneficiado, don Juan de Espinosa, Diego Perea de Miralles, ambos presbíteros, José de Perea Hermano mayor, Francisco de la Barrera, Francisco Muñoz, Juan Gutiérrez Caraballo, Juan Canelo, Esteban de Rivas, Jacinto de Rivas, Francisco López, Luis Escribano, Pedro Gil, Francisco Sánchez, Juan López, Sebastián Rodríguez, José Rodríguez, José Navarro, Joaquín Martín del Álamo y otros no especificados. El hermano mayor propuso a Francisco Sánchez y la hermandad a Joaquín Martín del Álamo y a José de Perea. Por votos secretos sacó más votos José de Perea por lo que quedó reelegido.

(APC, Francisco González Flores 1719, fols. 25r-25v).

1-10-1719

San Pedro

Cabildo de la hermandad de Ánimas de San Pedro, en el que el prioste José de Perea manifestó a los miembros de la hermandad que Manuel Álvarez dejó en su testamento 50 ducados de tributo. Leyó la cláusula del testamento y todos lo aceptaron.

(APC, Francisco González Flores 1719, fols. 211r-211v).

2-2-1720

San Pedro

Cabildo de la hermandad de las Ánimas de San Pedro, en el que José de Perea, prioste, manifestó que llevaba tres años de hermano mayor y que no podía seguir por sus muchas ocupaciones. El citado prioste propuso dos candidatos, Juan de Sosa y José Navarro, saliendo elegido por mayoría el primero.

(APC Francisco González Flores 1720, fols. 293r-293v).

2-2-1721

San Pedro

Cabildo de la hermandad de Animas de San Pedro, con la presencia de los siguientes hermanos: Juan Caro Mancera, beneficiado, Juan de Sosa, prioste, Francisco de la Barrera, Juan González, Francisco Rodríguez, Antonio Franco, Juan Gutiérrez Caraballo, José Sánchez, José Perea, Miguel Jerónimo, Juan esteva, Diego Alcaide, Alonso Bravo, Francisco Berrocal; Juan Rodríguez, Diego López Cillán, Sebastián Martín; José Rodríguez, ¿? Pacheco, Cristóbal Saucedo, Ignacio Vidal, Francisco Hidalgo, Manuel Rivero y Sebastián Ojeda. Resultó reelegido como prioste Juan de Sosa.

(APC, Francisco González Flores 1721, fols. 572r-572v).

6-3-1725

San Pedro

Cabildo de la cofradía de Ánimas de San Pedro para nombrar prioste. Salió electo Antonio Domínguez, vecino de Carmona, y éste nombro por alcaldes a Juan Rodríguez, José Gutiérrez, José de Marchena, Sebastián Martín, Luis Escribano, Juan de Olivares, Juan de la Cuesta y por contadores a don Manuel del Raso y don Fernando Canelo presbíteros, curas de san Pedro

(APC Alonso Núñez Parrilla 1725, fols. 112r-112v).

18-7-1731

Santa Clara

La cofradía de las Benditas Ánimas del convento de Santa Clara de Carmona compró un olivar de dos aranzadas y veinte pies, en el sitio de Matallana, a Catalina Villegas y Solís, viuda de Gerónimo Cansino de la Barrera, por un precio de 210 ducados.

29-8-1747

San Pedro

Comparecieron, de una parte, Manuel Antonio Raso, presbítero más antiguo de la iglesia de San Pedro y hermano mayor de la hermandad de Ánimas del mismo templo y, de la otra, Andrés Martín Labrador, vecino de Carmona, en la calle de la Tinajería, collación de San Pedro. Este último dijo que José cansino, natural de Carmona y vecino de Alcalá de Guadaira había heredado unas casas de María y Catalina Cansino, hermanas de Juana Cansino, su madre. Y por renuncia de éste y del hermano Francisco de la Barrera, ermitaño en las cuevas del Alcor de Santa Lucía, cerca y extramuros de Carmona, por renunciación de ellos, el heredero era él (Andrés Martín). La casa estaba en la calle de los Carpinteros, en dicha collación de san Pedro, linde con casas de Francisco Ronco y otras de Juan Plata, ambos vecinos de Carmona. Y reconocía un tributo sobre la casa a favor de la cofradía de Ánimas de 113 ducados de principal de que se pagaban 1.203 reales y medio de vellón.

(APC Alonso Núñez Parrilla 1747, fols. 598r-601v).

12-3-1755

San Felipe

José Pérez, prioste de la cofradía de las Benditas Animas de San Felipe arrienda media casa a Julián José y a Bernabé Ramírez, vecinos de Carmona. La citada casa está en el Berrocal y formaba parte de una capellanía que recibió la cofradía. La otra mitad de la casa es de Francisco de Montoya. Se arrienda por tres años que terminan el día de San Juan Bautista de 1758. Se arriendan por 20 ducados anuales, abonados por tercios.

(A.P.C. Agustín López Cebreros 1755, fols. 144r-144v).

2-2-1757

San Bartolomé

Cabildo de la hermandad de Ánimas, siendo presentes los siguientes hermanos: Martín Nieto, Pedro Vázquez, Juan Franco, presbíteros y vice-beneficiados de dicha iglesia, Santiago Freire, asimismo presbítero, don José Marín, Alonso Enríquez; Alonso Pérez, Manuel de Santiago, Manuel Reyes, Manuel de León, José Álvarez, Domingo de Luna, Vicente Rodríguez y Francisco López. Nombraron por nuevo prioste por un año a José Álvarez que aceptó. Nombraron para pedir la limosna mensual en marzo al prioste; en abril a Manuel de los Reyes; en mayo a Alonso Enrique; en junio a Alonso Pérez; en julio a Francisco López; en agosto a Vicente Rodríguez; en septiembre a Domingo de Luna; en octubre a Francisco Morales; en noviembre a Manuel de los Reyes y en diciembre a José de León

(APC Agustín López Cebreros 1757, fols. 81r-81v).

21-7-1757

El Salvador

Miguel de Gálvez, como prioste de la cofradía de Ánimas, alquila unas casas propiedad de la hermandad a Francisco Alcaide. La misma se ubicaba en la calle del Real y se arrendaba por tres años al precio de 36 ducados anuales.

(APC, Escribanía de Agustín López Cebreros 1757, fols. 423r-423v).

18-9-1757

San Bartolomé

Cabildo de la cofradía de las Ánimas de San Bartolomé, en presencia de los siguientes hermanos: Martín Nieto y Auñón, presbítero, Pedro Vázquez, don Francisco Roales y Juan Franco, presbíteros, don José de los Reyes y don José de Huerta, clérigos de menores, don José Marín sacristán mayor de dicha parroquia, José Álvarez, hermano mayor de dicha cofradía, Juan González Tello, don Manuel de los Reyes, Manuel de León, Francisco González, Luis de Reina, Vicente Rodríguez y Alonso Enríquez, sacristán menor de la nominada parroquia. Dijeron que la dicha cofradía tenía, en la Barbacana, una casa que estaba casi arruinada, hecha solar, y que no tenían medios para repararla. Y que Francisco Duarte, vecino de Carmona, la quería tomar a tributo, comprometiéndose a repararla. Se acordó que el hermano mayor pidiese la licencia oportuna al provisor para hacer la operación.

(APC, Agustín López Cebreros 1757, fols. 543-543v).

13-12-1769

El Salvador

Lorenzo Rodríguez, clérigo de menores de Carmona, como principal, arrendó a la hermandad de Ánimas de El salvador y a su hermano mayor, Cristóbal de Ojeda, unas casas de morada que la hermandad tenía a las espaldas de la cárcel, collación de El Salvador. La arrienda por tres años que se inician el día de San Juan Bautista de 1770, por tres años, a razón de 30 ducados anules, pagados por tercios.

(APC Manuel de la Rúa 1769, fols 250r-250v).

5-12-1772

San Bartolomé

En el cabildo de la hermandad de Ánimas se eligió como hermano mayor a Miguel González de Olivera, presbítero. El hermano mayor saliente era Juan González Serrano.

(APC Manuel de la Rúa y Morillo 1572, fols. 248r-248v).

 

20-12-1772

Santiago

Cabildo de la hermandad de Ánimas en el que se reeligió por un año más como hermano mayor a Ignacio de Araos, presbítero.

(APC Manuel de la Rúa Morillo 1772, fols. 252r-253v).

9-4-1774

San Bartolomé

Cabildo de la hermandad de Ánimas en el que Juan González, presbítero y hermano mayor de la citada cofradía, reconoció que el 11 de diciembre de 1757 se dio un tributo redimible a Francisco Duarte y su esposa situado sobre unas casas ubicada en la Barbacana baja. Dado que se había perdido el documento original del tributo, ahora se ratificaba.

(APC Agustín López Cebreros 1774).

1776

Santiago

Se reunió el cabildo de la hermandad de Ánimas, compareciendo en la sacristía de la iglesia los siguientes hermanos: Felipe Antonio Canelo, presbítero cura de la iglesia, Isidoro Díaz de Ojeda, Pedro Cansino y Osorno, Ignacio de Araos, los tres presbíteros beneficiados de la iglesia, Bartolomé Rodríguez, clérigo diácono, Francisco de Rueda y Vilches, Francisco Díaz de Ojeda, Joaquín Tinoco, Gaspar Peña, Eusebio Álvarez, José de Costa, Francisco Peña, José López, Salvador Rodríguez, Juan López, Vicente Fernández, Juan de Silva Manuel Talavera y Cristóbal Álvarez Gallego, vecinos de Carmona. El hermano mayor, Ignacio Araos, dijo que Alonso Espinosa, en su testamento del 17 de septiembre de 1768 dejó una casa en la calle de Calatrava, collación de Santiago a sus cuatro sobrinas: Rosalía, Juliana, María Andrea y Josefa Espinosa en usufructo y una vez fallecidas, pasase dicha propiedad a la hermandad. Se valoró en 10.156 reales, pues incluía bodega, cuatro tinajas, su lagar, viga y pilón que las sobrinas querían dar a la hermandad a cambio de los pertrechos de la bodega. Deciden que se consulte con abogados.

(APC Manuel de la Rúa 1776, fols. 8r-9v).

5-12-1781

San Pedro

Cabildo de la hermandad de Ánimas de San Pedro, compareció

Bernardo de Roa, vecino de Carmona, y dijo que a consecuencia de sentencia de remate pronunciada por el corregidor se colige demanda de la citada cofradía de Ánimas contra Bartolomé Barrera, vecino de Carmona, sobre cobranza de 821 reales y 11 maravedís de renta de unas casas.

(A.P.C. Diego de Piedrabuena 1781).

10-3-1782

Santiago

Poder de la cofradía de Animas de Santiago a su prioste, mediante su prioste, don Ignacio de Araos y Cabrera, presbítero de la iglesia de Santiago, a Antonio Castellano y Pedro Ortega, procuradores de número de esta ciudad, y a José Adrián Leal y a Patricio de Puertas, procuradores de la audiencia de Sevilla, y a Antonio Castroviejo que lo es de la chancillería de Granada.

(AP.C. Agustín López Cebreros 1782, fols. 38r-38v).

19-5-1782

San Pedro

Cabildo de Animas, en el que Antonio Caballero, hermano mayor, pidió que se nombrasen dos alcaldes que hacían falta y aceptó la hermandad nombrando como tales a Alonso de la Barrera y a Juan Felipe Caballero. Asimismo, propuso crear otra hermandad en los mismos términos que la de los hombres pero de mujeres, sin que tengan que pagar nada más. Los hermanos aceptaron su erección por unanimidad.

(APC, Diego de Piedrabuena 1782, fols 93r-95v).

19-7-1787

San Pedro

Se reúnen los hermanos de la cofradía de Ánimas y encargan a Juan Correa Gallego el cobro de 200 reales que quedó debiendo a la corporación Juan de Santiago, carpintero finado, sobre una casa en la calle de los Montánchez, y una viña a la Ladrillera. Que paguen sus hijos Juan, Alonso y María de Santiago.

(APC Alonso Núñez Parrilla 1787, fols 297r-297v).

8-12-1787

Santiago

Comparecieron los siguientes hermanos: Ignacio de Araos, presbítero y actual hermano mayor, don Pedro Cansino, presbítero; Mateo del Pino, presbítero; don Francisco de Rueda Vilches, clérigo de menores, Marcos Cansino, Antonio Santaella, Manuel Díaz, Juan Gómez, Juan Rodríguez Peña, Manuel Talavera, Antonio Álvarez, Fernando Pérez, José Navarro, Francisco Sánchez y Juan Peña. El hermano mayor comunicó que no podía continuar por sus muchas ocupaciones y resultó electo, por un año, Mateo del Pino quien aceptó. Por contadores se eligió a Ignacio de Araos, presbítero y a Fernando Pérez porque se desistieron Francisco de Rueda y Pedro Cansino.

(APC Manuel Rodríguez 1787, fols. 249r-251r).

18-9-1790

El Salvador

Cristóbal de Ojeda, hermano mayor de la hermandad de Ánimas, arrienda unas casas propiedad de la corporación, en la calle de Sancho Ibáñez, a Manuel y Juan Pérez, por tres años que empezarían a contar desde el 24 de junio del año siguiente, por un precio anual de 28 ducados .

(APC Francisco de Paula Mesa 1790, s/fol.).

 

 

1 MORENO VALERO, M.: “Costumbres acerca de los difuntos en Los Pedroches (Córdoba)”, Gaceta de Antropología Nº 11. Córdoba, 1995, pág. 12.

2 FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, Manuel: Luces y sombras de la España Imperial. Madrid, Espasa Calpe, 2004, Pág. 29.

3 Sobre la cuestión puede verse el interesante artículo de CILLÁN CILLÁN, Francisco: “La creencia en el más allá, parte I”, Ars et Sapientia Nº28. Cáceres, 2009, Pág. 99.

4 Sobre el particular véase la clásica obra de LE GOFF, Jacques: El nacimiento del Purgatorio. Madrid, Taurus, 1981.

5 La Biblia no hablaba explícitamente del purgatorio, aunque en algunas afirmaciones se insinúa su existencia. Fue a partir del siglo XVI cuando se generalizó su existencia en la ortodoxia cristiana. RODRÍGUEZ, José Luis: “Las cofradías de Ánimas en Extremadura”, Ars et Sapientia Nº 27. Cáceres, 2008, Págs. 168-169.

6 ROMERO MENSAQUE, Carlos José: “Una cofradía singular de frailes y monjas. La hermandad de Jesús Nazareno y conmiseración de las Ánimas Benditas de Sevilla”, Archivo Dominicano Nº 32. Salamanca, 2011, p. 166.

7 ROMERO MENSAQUE: Ob. Cit., p. 165.

8 Los ingresos proceden de lo que pagaron en función del situado de 1717. Véase mi artículo: “Las cofradías de Carmona y Guadajoz a través del situado de 1717”, Boletín del Consejo de Hermandades y Cofradías de Carmona, Carmona, 2013, pp. 31-38. Los priostes, en cambio, son los que tenían dichas hermandades en un listado de 1798. GARCÍA RODRÍGUEZ, Antonio y José GONZÁLEZ ISIDORO: Las imágenes titulares de la cofradía carmonense de la Humildad y Paciencia. Carmona, 1983, págs. 38-39. La hermandad de ánimas de Santa Clara no figura en el listado de 1798 pero nos consta su existencia por otros documentos. Tributo redimible de 200 ducados de juro para Manuel López Mayoral, quien los recibe de la cofradía de las Benditas Ánimas del convento de Santa Clara. Carmona 1-II-11718. A.P.C. Roque Jacinto de Santiago 1718).

9 Al respecto pueden verse mis trabajos: Hermandades y cofradías en el partido de Badajoz. Badajoz, Junta de Extremadura, 2002 y “Hermandades y cofradías en la provincia de Córdoba a través del censo de 1773”, Ariadna Nº 17. Palma del Río, 2004, págs. 245-272.

10 De este retablo, desaparecido, conocemos el contrato del dorado con el maestro Fernando de Luque, el 24 de junio de 1632. Pero en él se alude a que sea el escultor Martín de Andújar quien eligiese al artista encargado de pintar las tablas del retablo. Ello parece indicar que él fue el escultor, aunque no se especifica el nombre del pintor. También se describe una parte del programa iconográfico: el Juicio Final en la tabla principal, el Arcángel San Miguel y el Ángel de la Guarda en otras dos de las seis tablas secundarias, y en tableros más pequeños los cinco profetas y en la parte superior la Santísima Trinidad y el Espíritu Santo. Véase mi libro: Carmona en la Edad Moderna. Sevilla, Muñoz Moya, 1999, pp. 204-205.

11 La cofradía en cuestión ha sido estudiada por el ya citado ROMERO MENSAQUE: Ob. Cit., pp. 156-179.

12 Cabildo de la hermandad de Ánimas de San Pedro, Carmona, 19 de mayo de 1782. APC, Escribanía de Diego de Piedrabuena 1782, fols. 93r-95v.

13 El 4 de febrero de 1565 se reunieron en cabildo ante escribano público para dar poder a Alonso Guillén, presbítero, para que solicitase la aprobación del libro de reglas que tenían confeccionado, ante el provisor del arzobispado. A.P.C. Escribanía de Alonso de Marchena 1565, fols. 53r-54r.

14 LERÍA, Antonio: Cofradías de Carmona. De los orígenes a la Ilustración. Carmona, S&C Ediciones, 1998, pp. 35 y 111-112. Por cierto que El Curioso Carmonense alude a su fundación en 1594 lo que bien fue un error, o bien equivocó la fundación con alguna refundación o con la aprobación de unas nuevas reglas. El Curioso Carmonense (Ed. de Antonio Lería). Carmona, S&C ediciones, 1997, p. 107.

15 En los documentos del Archivo de Protocolos salen a relucir algunas propiedades de manera esporádica. Aunque no sea un estudio riguroso de sus finanzas nos pueden servir para poner algunos ejemplos de ese patrimonio: en 1603 poseían una casa abajo del Postigo que arrendaban. En 1696 eran propietarios de otra morada en el Cerrillo, que cedieron porque estaba arruinada y no ganaban para pagar el tributo que recaía sobre ella. También disponían de censos a su favor: en 1636 cobraron uno de 440 reales de principal que fue redimido. En 1719 Manuel Álvarez les dejó un tributo de 50 ducados en una manda testamentaria que los hermanos se apresuraron a aceptar. En 1747 la hermandad poseía un tributo de 113 ducados de principal por el que cobraba 1.203,5 reales anuales , sobre una casa situada en la calle Carpinteros.

16 El documento se conserva en el Archivo parroquial de San Bartolomé. Cit. en LERÍA: Ob. Cit., p. 121.

17 Cabildos del 1 de julio de 1685 y del 26 de agosto de 1686. APC, Escribanía de Juan Antonio Benítez 1685, fols. 314r-314v y el mismo escribano, año 1686, fols. 943r-943v.

18 LERÍA: Ob. Cit., pp. 123-136.

19 APC, Diego González de la Concha 1694, fols. 979r-979v.APC, Roque Jacinto de Santiago 1698, fols. 758r-758v. APC Agustín López Cebreros 1757, fols. 543r-543v y APC, Agustín López Cebreros 1774.

20 Testamento de Juan Barba, Carmona, 30 de mayo de 1571. APC, Gómez de Hoyos 1571. Trece años después María Sánchez del Corral le dejó en su testamento otros dos reales. Testamento de María Sánchez del Corral, viuda de Juan Gutiérrez de Marchena, 1594. A.P.C. Escribanía de Juan de Medina 1594.

21 Cabildo de la hermandad de Ánimas de San Felipe, 30-XI-1679. APC, Pedro Ignacio Vidal 1679, fols. 750r-750v.

22 Cabildo de la hermandad de Ánimas de San Felipe, 12-III-1755. APC, Agustín López Cebreros 1755, fols. 144r-144v.

23 APC, Manuel de la Rúa 1769, fols. 250r-250v. APC, Francisco de Paula Mesa 1790, s/fol.

24 Miguel de Gálvez, como prioste de la cofradía de las Ánimas del Purgatorio de la iglesia parroquial de El Salvador, alquila unas casas propiedad de la hermandad a Francisco Alcaide. La misma se ubicaba en la calle del Real y se arrendaba por tres años al precio de 36 ducados anuales. Carmona, 21 de julio de 1757. APC, Escribanía de Agustín López Cebreros 1757, fols. 423r-423v.

25 APC, Manuel de la Rúa Morillo 1772, fols. 252r-253v. APC, Agustín López Cebreros 1782, fols. 38r-38v. APC, Manuel Rodríguez 1787, fols. 249r-251r.

26 APC, Gregorio Alanís 1636, fols. 521r-524v.

27 La casa se valoró en 10.156 reales y tenía en la parte trasera una bodega con todos sus pertrechos. En 1776 las sobrinas pactaron con la hermandad que ellas se quedarían con la bodega y a cambio cederían la casa a la hermandad. La hermandad decidió consultarlo con juristas por lo que desconocemos si se llegó a formalizar este acuerdo. APC, Manuel de la Rúa 1776, fols. 8r-9v.

28 LERÍA: Ob. Cit., p. 37.

29 Ibídem.

30 Formalización de tributo, 7 de septiembre de 1674. APC, Escribanía de Miguel de Vergara 1674, fols. 423r-424v.

31 Ibídem, pp. 131 y 137.

 

ESTEBAN MIRA CABALLOS

 (Artículo publicado en el Boletín de Cofradías de Carmona. Carmona, Consejo de Hermandades, 2014, pp. 30-37).

 

IBM SAID AL-MAGREBÍ: UN ANDALUSÍ DEL SIGLO XIII

IBM SAID AL-MAGREBÍ: UN ANDALUSÍ DEL SIGLO XIII

Nacido en 1214 cerca de Alcalá la Real –Jaén-, y estudiante durante varios lustros en Sevilla, recorrió durante décadas todo el Mediterráneo. Pero jamás olvidó su Andalucía natal, escribiendo nostálgicos poemas en los que recordaba, sus fuentes, sus huertas, sus aguas cristalinas, el carácter de sus gentes y su buen vino, pese a ser musulmán. A continuación extracto cuatro pequeñas estrofas, escritas en el segundo cuarto del siglo XIII, desde Egipto:

 

Este es Egipto; pero ¿do está la patria mía?

Lagrimas su recuerdo me arranca sin cesar:

Locura fue dejarte, ¡oh bella Andalucía!

Tu bien perdido ahora acierto a ponderar.

 

Nada más bello, andaluces

Que vuestras huertas frondosas

Jardines, bosques y ríos

Y claras fuentes sonoras

Edén de los elegidos

Es vuestra tierra dichosa.

 

Vivir allí recompensa

El trabajo de vivir

Y felicidad intensa

El vino suele infundir.

 

Nadie esta tierra consiente

Por otra tierra en cambiar.

Hace perpetua ilusión

El gozo en Andalucía:

Allí todo corazón

Está lleno de alegría.

 

        Unas palabras, que bien podría suscribir un poeta del siglo XXI, y que son las que Ibn Said Al-magrebí dedicó a su querida Andalucía a finales del siglo XIII.

 

ESTEBAN MIRA CABALLOS

(Estrofas leídas por mí en Carmona, el 28 de febrero de 2014, con motivo del día de Andalucía)

COMPENDIO BREVE QUE ESCRIBIÓ GABRIEL DE VILLALOBOS, NATURAL DE LA CIUDAD DE CARMONA, AÑO DE 1635

        Interesante manuscrito en el que aparecen numerosos datos de interés, sobre la historia de Carmona, en particular sobre la estancia del Muley Xeque en Carmona, sobre la expulsión de los moriscos en 1610 y sobre la concesión del título de ciudad en 1630.

 

 SUMARIO

 

I: año 714: pérdida de Carmona

II: año 1246: Reconquista

III: año 1587: entrada del Príncipe de Marruecos

IV: año 1609: entrada de Jerife.

V: año 1610: expulsión de los moriscos

VI: año 1610: toma de Larache

VII: año 1630: título de ciudad a Carmona

VIII: San Teodomiro

IX: año 1494: nobles de Carmona

X: los Villalobos de Andalucía

XI: los Villalobos de Astorga

XII: año 1624: entrada de Felipe IV en Carmona

XIII: Gabriel de Villalobos de Carmona

XIV: sus hijos

 

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I: AÑO DE 714

 Pérdida de Carmona.

 

Reinando en España el rey don Rodrigo el año de setecientos y catorce se perdió Carmona y la ganaron los moros como parece por los archivos de Carmona y estuvo en poder de moros quinientos y treinta y dos años.

 

II: AÑO DE 1246

 Restauración

 

Reinando el santo rey don Fernando en España, año del nacimiento de nuestro Salvador Jesucristo de mil y doscientos y cuarenta y seis años, se ganó Carmona de los moros el día del glorioso apóstol, señor San Mateo, que es a veinte y uno de septiembre y este día entregó el moro que estaba en guarda de Carmona las llaves de la fortaleza al príncipe don Alonso, hijo del santo rey don Fernando, asentando su real el príncipe y el Santo rey en una ermita que está a la entrada de Carmona como se va de Sevilla y que se dice la ermita de Nuestra Señora del Real, donde hoy está una ermita de mucha devoción y en ella está una imagen de Nuestra Señora que allí dejó el santo rey don Fernando que la traía consigo que hoy está esta santísima imagen en la dicha ermita con mucha veneración.

Y el día del señor san Mateo que es el día que se ganó Carmona como queda dicho se saca aquel día la ciudad el pendón Real desde la iglesia mayor hasta la iglesia del señor San Mateo que es extramuros de Carmona, el cual lleva el alférez mayor el dicho pendón que es con el que se ganó Carmona y se hace una gran procesión general con el cabildo de la ciudad, clerecía y conventos y en la iglesia del señor San Mateo se dice la misa mayor y, acabada, vuelve la ciudad con su pendón con su procesión hasta la iglesia mayor de donde salió. Y el cabildo de la ciudad vuelve su pendón (a) donde lo sacó de su archivo. Y el día del glorioso señor San Mateo que es el día que se ganó Carmona se hace(n) en Carmona grandes fiestas.

 

III: AÑO 1587

 Entrada del Príncipe de Marruecos en Carmona.

 

Reinando en España el rey don Felipe nuestro señor segundo de este nombre el año de mil y quinientos y ochenta y siete entró en Carmona el Príncipe de Marruecos, acompañado de muchos moros, hombre mancebo, y se aposentó en los alcázares reales de Carmona donde estuvo aposentado tres años a costa de Su Majestad el rey nuestro señor y de Carmona y se fue a la ciudad de Andújar y, estando en la dicha ciudad, el dicho Príncipe de Marruecos y en el convento de Nuestra Señora de la Victoria se convirtió a nuestra santa fe católica y de allí se fue a la villa de Madrid, donde se bautizó y le pusieron Felipe.

 

IV: AÑO DE 1609

 Entrada del rey Xarife en Carmona.

 

Reinando en España el rey don Felipe nuestro señor tercero de este nombre. Entró en Carmona el rey Xarife que por otro nombre se llamaba el rey Muli Xeque con doscientos y treinta y cuatro moros y moras en primero día del mes de junio, año del nacimiento de nuestro Salvador Jesucristo de mil y seiscientos y nueve años y estuvieron en Carmona, en el Alcázar Real, a costa de Su Majestad el rey nuestro señor hasta sábado seis de febrero de mil y seiscientos y diez años y de aquí salió con toda su gente a costa de Su Majestad a la ciudad de Larache (sic), donde hizo entrega de ella a Su Majestad.

 

V: AÑO DE 1610

 Expulsión de los moriscos.

 

Reinando en España el rey don Felipe nuestro señor tercero de este nombre en diez y siete días de enero, día del señor San Antonio, año del nacimiento de nuestro Salvador Jesucristo de mil y seiscientos y diez años se apregonó (sic) en Carmona por mandado de Su Majestad la expulsión de los moriscos en que mandó Su Majestad saliesen desterrados de España y este día dicen se apregonó (sic) en todo el reino y salieron los moriscos fuera de él.

 

VI: AÑO DE 1610

 Toma de Larache (sic).

 

Reinando en España el rey don Felipe nuestro señor, tercero, el rey Muley Xeque contenido y referido atrás, después que salió de Carmona fue derecho a Larache, donde estuvo y en sábado veinte días del mes de noviembre de mil y seiscientos y diez años el dicho rey Muley Xeque entregó la dicha fuerza de Larache (sic) al Marqués de San Germán, en nombre de Su Majestad, el rey don Felipe nuestro señor. Que es al estampa de suso contenida la de Larache (sic) y el escudo de armas que está en ella es el del Marqués de San Germán.

 

VII: AÑO DE 1630

 Título de ciudad a Carmona.

 

Merced que Su Majestad el gran monarca del mundo y señor nuestro el rey don Felipe cuarto de este nombre hizo a la villa de Carmona de darle título (está en el archivo, escrito en pergamino, firmado de Su Majestad, en Madrid, en 27 de marzo de 1630) y de Muy Noble Ciudad; lo cual se pregonó en Carmona la merced que Su Majestad le hizo en domingo veinte y uno de abril año del nacimiento de nuestro Salvador Jesucristo de 1630 años, lo cual se pregonó en las plazas y calles más públicas de Carmona con trompetas y atabales y chirimías, saliendo la ciudad con su acompañamiento con sus maceros, siendo corregidor el doctor don Pedro de Mata y Linares y escribano mayor del cabildo don Gonzalo de Sanabria y Sotomayor.

 

VIII

 San Teodomiro

 

No olvidando hacer mención de los ilustres hijos de Carmona del júbilo mártir San Teodomiro que padeció martirio en la ciudad de Córdoba a los 25 de julio del señor de 851. Hace mención San Ugelio, libro 2º del memorial, cap. 6, y del padre Martín de Roa en el Flos Sanctórum de Córdoba en el cual pone una epigama (sic) que está esculpida en una puerta en la dicha ciudad de Carmona que mira hacia Córdoba y por elegante y tener alabanzas del mártir San Teodomiro y de la ciudad y dice así:

 

No por que en fuerte levantada altura

sitiada estoy o que de ricas mieses

mis vegas me coronen yo me ufano,

ni por que ya el lucero me visite

de su oriente, o tanto me engrandezca

de mis vecinos la nobleza antigua

más soy tres veces más dichosa y grande

de dos patronos por la gloria ilustre

o bien de Teodomiro, hijo mío,

o bien de Mateo, apóstol, por el suyo.

 

IX: AÑO 1494

 Nobles de Carmona

 

Y pues la epigrama se acuerda de los ciudadanos nobles de este lugar, pudiera hacer mención y catálogo general de mis antiguos linajes, remítome a su relación a mayor cuidado. Solo diré un llamamiento que hicieron los Reyes Católicos el año de 1494; y es copia y padrón de los nobles de España, ricos y confidentes del Rey don Fernando el quinto, de los cuales esperaba algún socorro y, discurriendo por las ciudades de España, nombra de Carmona los siguientes: Andino, testigo del Consejo; Juan de Rueda; Rodrigo de Góngora; Sotomayor, alcalde mayor; Sotomayor, el Sepite; el regidor Navarro Tamariz; Francisco Cansino; Francisco de Rueda; su hijo, Rodrigo de Góngora; Luis de Villalobos; su hijo de Pedro Méndez de Sotomayor (y) Leonís Méndez de Sotomayor.

 

 

X:

 Los Villalobos de Andalucía.

 

En la ciudad de Baeza fue dado un repartimiento a los caballeros del apellido Villalobos, el señor que dicen de Villalobos, cuyo linaje duró muchos años en el reino de Jaén, principalmente en la ciudad de Úbeda y Baeza y ciudad de Carmona desde que fue ganada a los moros por el rey don Alonso, hijo del Santo rey don Fernando, donde en los padrones de los hijosdalgo hay muchos caballeros de este apellido de Villalobos como se ve en ellos y muchos caballeros vecinos y naturales de la ciudad de Carmona de este apellido Villalobos han litigado su nobleza e hidalguía en la Real Chancillería de Granada de que han sacado ejecutorias que hoy tienen estos caballeros en la ciudad de Carmona. A mi ellos, como por vía de hembra han casado con gente ilustre y principal de la dicha ciudad de Carmona como en los lugares sus convecinos. Estos caballeros Villalobos, naturales de la dicha ciudad de Carmona, echan por armas dos lobos desolladas las caras vueltas atrás y la mano derecha un poco levantada en campo de oro, como hoy se ve en los escudos y armas de los Villalobos y en las ejecutorias que han litigado este apellido Villalobos en la dicha ciudad de Carmona.

 

XI:

 Los Villalobos de Astorga.

 

Este linaje de los Villalobos es ilustre y grande en el reino de León y una de las más antiguas casas de estos reinos, halláronse los señores de ella con su pendón en la batalla que el rey don Ramiro de León dio a los moros el año de 834 en el cual el bienaventurado señor Santiago apóstol, patrón de España, fue visto pelear con los infieles, se tiene hoy este pendón en gran veneración en la iglesia de Astorga. Se muestra cada un año el día de Nuestra Señora a los 15 de agosto acompañar el cabildo de aquella ciudad, saliendo a recibir el obispo con su pendón en memoria de aquella gran victoria que nuestro Señor fue servido de dar a España por la cual fue cobrado el reino del tributo de las doncellas que los moros infringieron sobre el rey Mauregato, por cuya victoria el reino de España ofreció a la iglesia del señor Santiago por voto perpetuo las rentas de las juntas que dicen de los votos que hoy pagan en todas ellas, como consta por el privilegio de los votos dados a 25 de mayo, año del Señor de 834. En cuya memoria, en la procesión solemne que en cada un año por ella se hace, como está referido, llevan al templo ciertas doncellas que van cantando con unos atabalejos antiguos de extraordinaria hechura del tiempo de la batalla en la cual iglesia los señores de esta casa tienen asiento con los canónigos de ella porque la primera silla del coro se sienta el Obispo y a su diestra el Rey y a la siniestra el señor de la Casa de Villalobos. Y se le da su pitanza como a beneficiado de ella, como consta por el pleito que pasó en el Real Consejo de Castilla y entre el Marqués de Astorga y el concejo, justicia y regimiento de aquella ciudad y de la una parte el obispo y de la otra el señor de la Casa de los Villalobos sobre que el obispo no quería salir a recibir el estandarte de guardar la costumbre que se tenía en esto, fue dada sentencia contra el obispo. Véase pintada esta batalla de Estromada (sic) Victoria de mano de Mateo Alegio (sic), pintor de su Santidad en Sevilla en la capilla mayor del señor Santiago1, véase en ellas las armas del linaje de los Villalobos.

 

XII: AÑO DE 1624

 Entrada de Su Majestad en Carmona.

 

En veinte y siete de febrero año del nacimiento de nuestro Salvador Jesucristo de mil y seiscientos y veinte y cuatro años entró en Carmona la majestad Real del Rey don Felipe nuestro señor, cuarto de este nombre, acompañado de muchos príncipes y se fue Su Majestad (a) apear a las casas de Alonso Bernal Escamilla, regidor perpetuo de Carmona, que son a la collación del señor Santiago y allí estuvo Su Majestad una noche y otro día por la mañana salió Su Majestad para la ciudad de Sevilla. Y en esta ocasión era corregidor en Carmona el licenciado Juan Bautista Fermín del Consejo de Su Majestad y su oidor en la real de Navarra y en viernes primer día de marzo del dicho año de mil y seiscientos y veinte y cuatro entró Su Majestad en Sevilla en público y entró por la puerta Macarena, viniendo de San Gerónimo donde se había apeado y fue derecho hasta el Alcázar.

 

XIII:

 Gabriel de Villalobos de Carmona.

 

Desde aquí entra la genealogía de mi Gabriel de Villalobos, hijo legítimo de Gabriel de Villalobos, escribano público que fue de Carmona, y de doña Elvira de Escamilla Tamariz y Hoyos, naturales de la ciudad de Carmona. Y la genealogía de doña Ana de la Vega de León, mujer legítima de mi el dicho Gabriel de Villalobos, hija legítima de Alonso de la Vega y de Magdalena Núñez de León, su legítima mujer, vecinos y naturales de la ciudad de Sevilla, como todo se verá muy clara y distintamente en este compendio breve y recopilado todo.

 

XIV:

 Sus hijos.

 

Don Gabriel de Villalobos, escribano público de Carmona, nació en Carmona el 8 de septiembre (de) 1583, hijo de otro Gabriel de Villalobos, también escribano público, fue su padrino el escribano mayor del cabildo, don Pedro de Hoyos. Tuvo 13 hijos, 8 murieron muy pequeños, los 5 restantes son los siguientes:

-Doña Francisca de Villalobos, nació en 1609, casó con Andrés de Subiarne.

-Pedro de Villalobos y de la Vega, (nació en) 1613, el cual pasó a los reinos del Perú por el mes de julio del año de 1626, siendo de edad de 13 años. Reside hoy en la villa Imperial de Potosí.

-Sebastián de Villalobos, clérigo, (nacido en) 1618.

-Doña Elvira de Escamilla Tamariz, (nacida en) 1620.

-(y) doña Luisa de la Vega (nacida en) 1625.

Fueron y son cristianos viejos descendientes de tales, de limpia casta y generación, sin raza ni mácula de moro, ni judíos, ni de otra secta nuevamente convertidos.

(El manuscrito fue transcrito por Jorge Bonsor, quien dice que el original se encontraba en el Archivo del carmonense don José de Romera. Archivo General de Andalucía -A.G.A.-, fondo Bonsor, Legajo 17, parte 19).

1 Se refiere a la obra del pintor italiano Mateo Pérez de Alesio que pintó para la iglesia de Santiago de Sevilla en torno a 1585.

(Transcripción de Esteban Mira Caballos)