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Historia de Sevilla

LA PROCESIÓN DE LA HERMANDAD DEL ROSARIO DE SANTA CATALINA DE SEVILLA (1875)


 

Por Esteban Mira Caballos


Recientemente, repasando las páginas del periódico decimonónico la Ilustración Española y Americana, leí una interesante descripción de la procesión que el 7 de octubre de 1875 realizó por su barrio esta corporación sevillana. Y dado el olvido de estas corporaciones rosarianas en la actualidad me pareció interesante, obviamente sin ningún tipo de pretensión científica, glosar el citado texto.

Como ya hemos dicho, la procesión se desarrolló en la tarde del día 7 de octubre de 1875, mientras que el artículo lo firmó el columnista Ramiro Franco Pacheco el 13 de octubre y se publicó nueve días después, es decir, el 22 de octubre.

Como es bien sabido, la hermandad del Rosario de Santa Catalina se fundó en el siglo XVII, vinculada a la Sacramental del citado templo sevillano1. Al parecer, gozó de un gran fervor popular, probablemente favorecido por la vinculación que tenía con el vecindario a través de los rosarios diarios que realizaba. En el siglo XVIII, y una vez finalizados favorablemente sus pleitos con la hermandad Sacramental, experimentó un gran auge celebrando nada menos que dos procesiones rosarianas diarias, “una a Prima noche y otra de madrugada”2.

A finales del siglo XVIII se produjo una importante reconversión en el seno de esta hermandad, entrando en decadencia su rosario público y centrando sus actividades en el novenario y en la procesión por su barrio el día de la festividad de la Virgen. Ya era conocida la procesión realizada por esta hermandad el 7 de octubre de 1758 por las calles de su barrio con la asistencia de otras hermandades rosarianas de Sevilla como la de San Marcos, San Vicente, San Vicente, San Andrés y el Divino Salvador3. Sin embargo, estos cortejos con su imagen titular, muy ocasionales en el siglo XVIII, se convirtieron en frecuentes en la siguiente centuria. Y esta procesión, que a continuación comentaremos, es una más de tantas otras que debió celebrar sobre todo en el siglo XIX.

Centrándonos ya en la procesión de 1875 queremos destacar varios aspectos, a saber:

Empezaremos refiriéndonos a la aludida novena que en honor de la Virgen se había realizado en los días inmediatamente anteriores al 7 de octubre. No sabemos cuándo se implantó este novenario que, al parecer, se celebró casi de forma ininterrumpida a lo largo de la centuria decimonónica. El día de la Virgen se hacía una solemne función matutina y por la tarde salía la procesión. Tampoco sabemos la hora de salida aunque sí la de recogida, exactamente las nueve de la noche. Las celebraciones culminaban con un solemne “Te Deum” que los hermanos y feligreses celebraban en su templo al finalizar la procesión.

Al igual que hacen las cofradías de hoy, se aprovechaba el día de su solemne procesión para estrenar nuevos enseres que en esta ocasión eran nada menos que cuatro piezas de plata, a saber: unas ráfagas, una corona, un cetro y la media luna. También, como en nuestros días, el vecindario se concentraba en las puertas del templo, esperando su salida. Y debía ser todo un acontecimiento, pues, comentaba el columnista que había tanta gente durante el desfile que “apenas se podía transitar”. Y aunque a veces tengamos la fundada sensación que nuestra Semana Santa está ahora más masificada que nunca, cuanto recuerdan estas palabras a los bullicios que año tras año vivimos los sevillanos en nuestra semana grande.

Por lo demás, la procesión iba acompañada por una banda de música que, por cierto, a la salida interpretó la marcha real. Todo el recorrido estaba engalanado con colgaduras así como con luminarias que los vecinos colocaban en los balcones, mientras que el suelo estaba “alfombrado con flores”. Y a su paso por delante del Hospicio Real de San Fernando, la banda de música del citado centro agasajó a la Virgen con una marcha4.

Y para finalizar destacar un pequeño dato que viene a iluminar una vez más la labor caritativa y asistencial de esta hermandad, pues, se cita que en este día se les repartió a los pobres “abundante limosna”. Se vuelve, pues, a verifica la labor asistencial y caritativa de las hermandades sevillanas tanto en a Edad Moderna como ya en la Contemporánea.

En definitiva, la procesión de la hermandad del Rosario de Santa Catalina era allá por el siglo XIX muy populosa lo que vuelve a incidir en el gran seguimiento que tuvieron en la Sevilla de antaño las hermandades rosarianas.




APÉNDICE I:


Procesión de la Virgen del Rosario de Santa Catalina el 7 de octubre de 1875.


Quería pasar por alto una procesión de Sevilla, pues, esta carta se va haciendo demasiado larga; pero como dicho acto ha sido un verdadero acontecimiento, creo de mi deber darle noticia, aunque sucinta. Esta ciudad es sin disputa la primera de España para solemnidades religiosas y quizá la segunda del mundo para llevar por sus calles con riquísima ostentación las obras de arte que en escultura nos han legado Montañés, Roldán, Pacheco y otros muchos insignes artistas, enriqueciendo con ellas nuestros suntuosos templos: el día en que la Iglesia celebra la festividad de Nuestra Señora del Rosario, la hermandad de este nombre, establecida en la parroquia de Santa Catalina, después de una solemne novena y función matutina, sacó en procesión a su divina titular, que estrenaba unas ráfagas, corona, cetro y media luna; y el niño que lleva en sus brazos, corona, mundo y zapatos de plata Ruoltz sobredorada; todo lo cual, unido al riquísimo manto de terciopelo granate bordado en oro y saya blanca, bordada también con aquel valioso metal, producía excelente efecto, y tan sorprendente, que más de una vez oí decir a gentes del pueblo: “¡Madre mía, si quieres más culto, que te lo tributen los ángeles!” .

Al presentarse la Santísima Virgen en las puertas del templo fue saludada por la apiñada multitud que esperaba su salida, con un unánime “viva” y por una banda de música que batía marcha real.

No puedo describir a usted el entusiasmo del vecindario en las calles que recorrió la procesión, por las que apenas se podía transitar: todos los balcones lucían las mejores colgaduras; no faltaba iluminación en ninguno: en la mayor parte se encendían fuegos artificiales al aproximarse la Santísima Virgen; se alfombraban suelos con flores y composiciones poéticas, y hasta la banda de música del Asilo de mendicidad de San Fernando saludó a la Virgen del Rosario al pasar por la puerta de este benéfico establecimiento.

La procesión se recogió a las nueve de la noche, dando fin esta fiesta religiosa con un solemne Te Deum. Dicha hermandad, aunque es de las más antiguas de Sevilla, hacía algunos años estaba en decadencia, pero ha empezado a reconstituirse, y hoy, si no es de las primeras en riqueza, puede asegurarse que figura entre las de más gusto, como acaba de acreditarlo, no habiendo olvidado en este día a los pobres, entre quienes repartió una abundante limosna… Ramiro Franco y Pacheco, Sevilla, 13 de octubre de 1875.

(FRANCO Y PACHECO, Ramiro: “Carta de Sevilla”, en La ilustración Española y Americana Año XIX , Nº 39. Madrid, 22 de octubre de 1875).

1 Sobre la historia de esta hermandad hay un trabajo monográfico de ROMERO MENSAQUE, Carlos José: “Hermandad, parroquia y religiosidad popular en Sevilla. La hermandad del Rosario de Santa Catalina en el siglo XVIII”, Guía de los archivos de las cofradías de Semana Santa de Sevilla. Otros estudios. Madrid, Deimos, 1990, págs. 229-248.

2 Ibídem, pág. 243.

3 Ibídem, pág. 246.

4Como es bien sabido este hospital fue fundado por Fernando III en el siglo XIII para acoger a personas que hubiesen sido heridas en algún servicio al Rey y que, como consecuencia de ello, hubiesen quedado en una situación de indigencia. Véase HERMOSILLA MOLINA, Antonio: "Los hospitales reales", en Los hospitales de Sevilla. Sevilla, Real Academia Sevillana de Buenas Letras, 1989, págs. 35-52.


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